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El meollo

El consenso sanitario

Si hay un asunto pendiente de carácter trascendental en esta ciudad, tan recurrente como manido, del que la gente de la calle está harta, sin duda ese es el hospital único.

El cuento de un nuevo hospital que tome el relevo del viejo Montecelo, tras cuarenta años de servicios más que satisfactorios, se remonta al año 2000. Entonces se habló por primera vez de mejorar la asistencia en Pontevedra y su área de influencia con otro centro de referencia. Tanto Insalud como el Hospital ya estaban transferidos a la Xunta y los gobiernos de Fraga habían asumido la gestión de la sanidad en su totalidad.

No obstante, el retraso sanitario venía de los años ochenta. Poco antes de su muerte prematura, Manuel Fontoira Surís, jefe del servicio de pediatría de Montecelo y persona muy relevante en la UCD pontevedresa, me hizo una sorprendente confidencia: la mayor crisis interna del partido de Suárez en esta ciudad se había producido a causa de las deficiencias sanitarias. Fontoira sabía muy bien de lo que hablaba El gobernador civil, Joaquín Borrel Mestre, estuvo a un tris de presentar su dimisión y organizar un escándalo. Lo evitó una promesa de revertir la situación, luego incumplida como tantas otras.

Hoy por hoy, las hemerotecas son las grandes enemigas de los políticos, por aquello de que por la boca muere el pez, y donde dije digo, digo diego. Si pudieran, las prohibirían o mejor aún las eliminarían, para no dejar huella de sus embustes. Una revisión de posturas, con respecto a la construcción de otro hospital en Pontevedra, desde el PP hasta el BNG, pasando por el PSOE, causa desazón. No se salva nadie.

Precisamente por ese motivo ha llegado la hora de encarar de verdad un consenso sanitario, a cuenta de esa nueva propuesta que baraja la Consellería de Sanidade. No es momento de enzarzarse en una disputa estéril sobre tal o cual servicio, ni tampoco de pedir la luna por un prurito personal. Y ya veremos si las expropiaciones necesarias no terminan por generar un conflicto vecinal, como en tantas ocasiones anteriores, de final imprevisible.

El meollo de la cuestión está en adivinar cuál va a ser el caballo de batalla del nuevo proyecto hospitalario y vislumbrar si todas las partes van a realizar el ejercicio de responsabilidad para lograr el consenso imprescindible que demanda la ciudadanía.

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