Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Joaquín Rábago.

Pero ¿hay quien se preocupa del país?

Tenemos al presidente en funciones perfectamente enrocado para que nadie pueda moverle de su poltrona mientras ninguno dentro de su partido parece dispuesto a decirle, como el niño del cuento de Andersen, que el rey está desnudo.

Tenemos a un partido socialista inmerso en un mar de contradicciones, incapaz, como otros europeos de su ideología, de desarrollar un discurso alternativo al dominante, que con tanto éxito ha logrado imponer el neoliberalismo.

Tenemos a un emergente como Podemos que ayer quería ser transversal y hoy se dice más bien, aunque no del todo, de izquierdas y que aspira a conseguir el "sorpasso" al PSOE, aliándose con quienes antes había tan olímpicamente despreciado.

Tenemos a un Ciudadanos, obsesionado con el peligro de ruptura de España sin que ofrezca la mínima propuesta capaz, no ya de contentar a los incorregibles separatistas, sino al resto de los catalanes que puedan sentirse incomprendidos y aun ninguneados por Madrid.

Y a una Izquierda Unida que no parecía hacer honor a su nombre al haber estado demasiado tiempo involucrada en guerras de facciones y rivalidades personales que nadie de fuera entendía.

Tenemos a una heterogénea oposición que pretende echar del Gobierno al PP, que no tiene quien le quiera ahora por el abuso que hizo de la mayoría absoluta, pero que se ha mostrado hasta ahora incapaz de ponerse de acuerdo para lograr tal objetivo.

Y enfrente tenemos a los dirigentes de un partido corroído por la corrupción que insisten hasta el aburrimiento en que la única salida que tiene el país es que ellos sigan gobernando, esta vez en coalición con los socialistas, porque todo lo demás es "radicalismo, extremismo y separatismo".

Y mientras tanto, tenemos a unos ciudadanos que no salen de su asombro por todo lo que ocurre, que no aciertan a entender cómo es posible que quienes se han marcado como objetivo desalojar al PP se muestran incapaces de llegar a un acuerdo para conseguirlo.

Unos ciudadanos que ven cómo estallan, uno tras otro, los escándalos, cómo muchos de sus responsables siguen en la calle y sin devolver el dinero que robaron, y cómo otros que cumplen condena se benefician de permisos carcelarios gracias a jueces supuestamente prevaricadores.

Ven cómo pese a ser el nuestro el país que más crece de Europa, como pretende el Gobierno, no se resuelve el problema del paro, cómo siguen emigrando los jóvenes más preparados, cómo se alargan las listas de espera en los hospitales y cómo la sanidad, que fue un día motivo nuestro de orgullo y admiración ajena, se deteriora a ojos vista.

Dicen que nos queda el turismo, que va viento en popa, como no podría ser de otro modo cuando todos nuestros más directos rivales como Turquía y los países árabes están convulsos.

¿Será por ello por lo que Mariano Rajoy ha propuesto que el inglés sea obligatorio para obtener un título universitario? ¿Para que tengamos a camareros y policías, todos licenciados universitarios, capaces de atender en el idioma del imperio a los turistas que nos visiten?

Compartir el artículo

stats