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Personas, casos y cosas de ayer y de hoy

Cornezuelo del centeno y ergotismo

Hace miles de años, en pleno Neolítico -caracterizado por el desarrollo de la economía productiva agrícola y ganadera, el sedentarismo y los primeros poblados-, el hombre cultivó las plantas con una finalidad principal, su alimentación. Entre las plantas primordiales estaban los cereales, de cuyas semillas obtuvo la harina para hacer pan de trigo y de centeno. Desde el inicio, en las temporadas cálidas y húmedas se desarrollaron hongos parásitos sobre los cereales de los campos y sobre las semillas almacenadas. Estos hongos producen metabolitos secundarios, micotoxinas y alcaloides, que provocan graves intoxicaciones al ser ingeridos como alimentos los cereales parasitados. Buena prueba de ello es la presencia de esporos y esclerocios de hongos parásitos de los cereales en yacimientos arqueológicos de distintos países europeos. Entre los hongos parásitos, Claviceps comprende más de una treintena de hongos que parasitan a más de 600 plantas diferentes, de las cuales 400 son por Claviceps purpurea, si bien existen otros especies parásitas de gramíneas. Entre las muchas variedades de cereales y hierbas, su anfitrión más común es el centeno. Claviceps purpurea recibió en épocas anteriores distintos nombres debido al desconocimiento de su ciclo. El botánico suizo Caspar Bahuin en el libro Theatri Botanici (Basilea, 1658) aportó la primera ilustración y lo llamó Secale Luxurians. El primero en reconocer que era un hongo fue el botánico alemán Von Münchhausen, en 1764, y lo denominó Clavaria solida, oblonga, subulata e sulcalta. El ciclo comienza en primavera, en las flores de las gramíneas, por la acción del viento y la dispersión de los insectos. Termina a finales de verano en que se transforma en una estructura de resistencia dura de color negro, el esclerocio, que es mayor que el grano de centeno y sobresale de la flor. Al recoger el centeno, muchos esclerocios caen al suelo, donde pasan el invierno hasta que germinan la primavera siguiente, formando estromas en forma de seta. El esclerocio, atendiendo a su forma de cuernecillo en la espiga, se denomina cornezuelo del centeno, la forma más conocida de nombrarlo. En inglés y francés se le llama "ergot", que procede de la palabra "argot" que se utiliza en Francia para designar al espolón de gallo. En Galicia recibía y recibe nombres diferentes según las comarcas: "cornizolo", "cornecelo", "cornello", "caruncho", "corno", "grao de corvo", "mourón", "dentón", "nieblons", "esporao de centeio"? En otros lugares de España se conoce de otras manera¨, tales como "polvo de las parturientas", "tizón del centeno", "cornichos", "moro"?. En otros países e idiomas existen muchas denominaciones diferentes para referirse al cornezuelo del centeno.

Son muchas las referencias históricas al cornezuelo en todo el mundo y, desde 1100 a.C., imposibles de referenciar aquí. En España se han encontrado registros arqueobotánicos en el yacimiento romano de Pintia (Valladolid) y en el ibérico de Mas Castellar (Gerona).

La enfermedad que produce la ingestión accidental del cornezuelo del centeno, y con mucha menos frecuencia por la avena, el trigo y la cebada, se denomina ergotismo. No obstante, ha sido conocida a lo largo de la historia por distintos nombres: "fuego sagrado", "fuego sacro", "fuego bendito", "fuego de San Antonio", "fuego infernal", "mal de los ardientes", "gangrena de los soloñeses" o "mal del pan maldito". El cuadro clínico puede manifestarse de dos formas: el ergotismo agudo o convulsivo y el ergotismo crónico o gangrenoso. La enfermedad está causada por los alcaloides que contiene el cornezuelo, del grupo de ergolina, derivados del ácido lisérgico, que tienen una amplia gama de actividades, incluyendo efectos sobre la neurotransmisión y la circulación. Las repercusiones sobre la neurotransmisión dan lugar al ergotismo convulsivo que se traduce en cambios de la conducta, alucinaciones, espasmos y convulsiones. Las consecuencias sobre la circulación están motivadas por la contracción arterial que conduce a dolor y frío intenso y repentino de las extremidades, seguido de quemazón interno, desencadenando necrosis de los tejidos y gangrena. Los miembros se volvían negros y arrugados para al final desprenderse sin sangrado. Las victimas que lograban sobrevivir quedaban mutiladas. Existían otras variantes de la enfermedad, la de los que sufrían intensos dolores abdominales que finalizaban en muerte súbita. En las mujeres embarazadas conducía de forma invariable a abortos.

Las primeras epidemias aparecieron en Europa en la Edad Media y afectaban sobre todo a las clases bajas, dado que los ricos se alimentaban con pan blanco de mejor calidad y los pobres consumían el pan negro mezclado con cornezuelo. La primeria epidemia ocurrió en París en el año 945 y fue recogida en los Annales del escolar de Reims Flodourd, que lo relata así: "Algunas personas sentían arder sus extremidades, consumidos por un fuego oculto. Sus carnes caían en jirones y sus huesos se rompían como madera muerta. El mal comenzaba con una mancha negra y dolores insoportables, los músculos se desecaban como carbones". Las epidemias se sucedieron y extendieron por toda Europa durante siglos. En el este de Europa predominó el ergotismo convulsivo, en Francia siempre había manifestaciones gangrenosas. Es posible que episodio de las llamadas brujas de Salem, a finales del siglo XVII en Massachusetts (EE.UU.), tuviese la misma causa. En 1596, el médico alemán Thelius atribuyó la epidemia del Reino de Hese al grano contaminado de cornezuelo, causa que confirmó la Facultad de Medicina de Marburg en 1597. En los siglos XVII y XVIII distintas personalidades científicas ratificaron la asociación entre el grano del cereal, el cornezuelo y el ergotismo. Diferentes epidemias de mayor o menor magnitud acaecieron en siglos sucesivos. Entre 1926 y 1927 en Rusia, cerca de los Urales, se declararon 11.319 casos de ergotismo en una población de 506.000 habitantes. Una epidemia relativamente reciente ocurrió en 1951, en Pont Saint-Esprit, un pequeño pueblo del sur de Francia. En él, según recoge la prensa de la época, unas 300 personas tuvieron un comportamiento anormal caracterizado por una violencia histérica, alucinaciones visuales y sensoriales e hiperactividad. Estos hechos se denominaron "l'affaire du pain maudit", y se interpretaron como una intoxicación alimentaria masiva, motivada por el consumo de pan elaborado con harina con cornezuelo. No obstante, la cuestión no quedó totalmente clara y otros mantuvieron que se trataba de un envenenamiento por metil mercurio -un agente fungicida- o incluso debido a toxinas producidas por Aspergillus fumigatus.

A lo largo de la Edad Media los enfermos de ergotismo buscaban su curación en los santuarios que guardaban reliquias de santos. El convento más visitado fue el sepulcro de San Antonio Abad (Delfinado, Francia), que se creía producía curaciones milagrosas, de donde viene la denominación de "fuego de San Antonio". Desde 1095, en que fue fundada la Orden Hospitalaria de los Antonianos, y hasta el siglo XVI, se instituyeron cerca de 400 hospitales para atender estos enfermos. De estos centros, bastantes estaban del España y Francia, a lo largo del Camino de Santiago, debido a que los peregrinos, al comer en Galicia pan de centeno contaminado, regresaban con ergotismo. De cómo funcionaban estas instituciones, la simbología que utilizaban-que incluía los miembros enfermos amputados-, los remedios a los que recurrían y cómo lograban la curación, en muchos casos, hemos de ocuparnos otro día. En recuerdo de San Antonio y de esta enfermedad, el 17 de enero se celebra en España su fiesta, en el que se bendicen productos de panadería. Tampoco dejaremos de tratar la interesante iconografía de la enfermedad. Pero ya les adelantamos que pueden analizarlo, entre otros estudios, en las publicaciones de Carlos Illana-Esteban, sobre El cornezuelo de centeno -I, II y III- (Bol Soc Micol. 2008 y 2009: 32, 33 y 34).

En contraposición con los efectos nocivos, se han aislado e identificado más de 200 compuestos químicos en el cornezuelo de centeno, de los cuales los principales efectos farmacológicos, como ya habíamos apuntado, residen en los alcaloides. Su estructura está basada en el ácido lisérgico y sus amidas, y su número actual supera a los 50, muchos de los cuales son útiles terapéuticamente. El farmacéutico francés Josep Bonjean fue el primero en comprobar que el cornezuelo tenía una sustancia, la ergotina, que en dosis adecuadas controlaba las hemorragias de los partos. En 1918 se aisló el primer alcaloide del cornezuelo, la ergotamina, útil en el tratamiento de las migrañas. En 1935 se aisló la ergometrina, con potente efecto oxitócico. Luego vendrían otros alcaloides del cornezuelo de centeno y derivados de los mismos con diferentes efectos terapéuticos. En 1938 el químico suizo Albert Hofmann, logró la síntesis de la ergobasina -todavía usada en obstetricia con el nombre de Methergin- , la dieltiamida del ácido lisérgico, a la que llamó LSD-25, y los alcaloides e la ergotoxina. En 1943 descubrió accidentalmente las propiedades enteógenas de la LSD-25, al tocar con sus dedos la solución y caer "En un estado de embriaguez no desagradable, que se caracterizó por una fantasía sumamente animada. En un estado de semipenumbra y con los ojos cerrados (la luz del día me resultaba desagradablemente chillona) me penetraban sin cesar unas imágenes fantásticas de una plasticidad extraordinaria y con un juego de colores intenso, caleidoscópico". Inicialmente se utilizó en psiquiatría y en interrogatorios de la CIA, pero al extenderse su uso fue ilegalizada.

La utilización del cornezuelo de centeno para elaborar medicamentos, primero por los farmacéuticos con métodos artesanales y después industrialmente por los laboratorios, hizo que el esfuerzo para evitar que se mezclase con los cereales, se trocase en un afán por recolectarlo, dada su demanda creciente. En España, Galicia y León -a las que se sumaba el norte de Portugal- eran las zonas con mayor producción de centeno y, a la vez, con las mejores condiciones climáticas para el desarrollo del cornezuelo. Familias enteras se dedicaron a recogerlo a mano antes de la siega o a separarlo del grano después de la maja. El mayor productor y exportador mundial de cornezuelo era Rusia. Los comercializadores hablaban de "spanish ergot" y "russian ergot". El cornezuelo de centeno de las provincias del noroeste de España era reconocido como el de mayor calidad y exportado desde Vigo o Lisboa. Se hablaba de las "fiebre del cornezuelo", remedando a la fiebre del oro de California, con una influencia notable de la Segunda Guerra Mundial, la Guerra de Corea y la Guerra Ruso-japonesa, tanto en la recolección como los precios. La guerra civil española paralizó la cosecha española. El Instituto Bio-Químico de Vigo retomaría la producción en 1937 y sería la base del Laboratorio Zeltia, que todavía subsiste. En fin, una historia bien interesante, con Galicia, comerciantes y farmacéuticos gallegos por el medio, que un día he de contarles con cierto detenimiento.

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