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Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

El viaje

Así pues, a la espera de que alguien, en cualquier momento, reedite la monserga de que los viajes presidenciales tienen por objetivo principal buscar el voto de la emigración cuando hace falta, el que ahora lleva a cabo el señor Feijóo requiere un par de reflexiones. La primera para admitir que seguramente le servirá para llevar apoyos a su morral cuando explique algunas de las cosas que hizo en estos años. Pero con un matiz: la gente no es idiota, se acabó el rollo del voto cautivo y se respalda lo que da esperanza.

La segunda reflexión se refiere a la utilidad de tomar contacto con las nuevas realidades políticas y sociales en Iberoamérica. Y que suponen, ahora que aquí está tan de moda el término, un cambio; sobre todo en la Argentina, donde el fin -aparente- de la banda de los Kirchner sólo puede suponer una mejora para la imagen del país, las relaciones internacionales y su seguridad jurídica a la hora de la inversión.

(Conste que tanto a los críticos como a los defensores de este tipo de giras les resulta difícil aportar argumentos nuevos en apoyo de sus respectivas tesis porque a poco que se repasen se verá que todos, presidentes o aspirantes a serlo, las han hecho. Y sería tarea imposible -o demasiado sectaria- ponerse a distinguir quién iba sólo a por votos y quién únicamente a por inversiones. De hecho se regularon, pero nadie pasó de la teoría.)

En este punto, acaso no venga mal una tercera reflexión, por más que pueda tomarse como ingenuidad o boutade. Consiste en meditar sobre la posibilidad de que en los viajes realmente institucionales, la delegación gallega integre no sólo a miembros del Gobierno y representantes de entidades comerciales o no: también a una comisión -plural- del Parlamento. Quizá así el país entendería mejor eso de "institucional".

Mientras, puede resultar interesante insistir en que, además de la faceta cultural que en esta ocasión presenta, el viaje a Buenos Aires supone un primer contacto directo con su nuevo Gobierno y por tanto una excelente oportunidad para cambiar unas cuantas cosas, Macri no es peronista, nadie -salvo los fanáticos- discute su victoria democrática, y cuenta con un creciente respaldo social. El futuro no está escrito, pero pinta bien.

Dicho todo ello, que -como siempre, es sólo opinión personal y no dogma de fe-, no debe olvidarse que Argentina es también tierra de gallegos -el tópico añade que Buenos Aires es la quinta provincia de este antiguo Reino- y tiene mucho que ofrecer y que recibir. Y si viajes como éste, y otros que puedan repetirse, tienen éxito, lo será no sólo del y para el presidente Feijóo sino para el país entero. Y eso es lo que más importa.

¿O no...?

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