Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Pedro de Silva

Siguen en lo suyo

En la cultura patriarcal la homosexualidad está proscrita, da igual que esa proscripción se manifieste como delito, enfermedad, vicio o pecado. La razón última es que diluye las fronteras entre hombres y mujeres, con sus roles respectivos, indispensables para ejercer el supremacismo patriarcal. Ese supremacismo forma parte de la entraña orgánica, dogmática y funcional de la Iglesia católica, por más vueltas que quieran darse y más evolución que quiera imaginarse o fingirse. El rechazo por el Vaticano al nombramiento del embajador de Francia propuesto por el Elíseo, que se había declarado homosexual, resulta totalmente coherente con la homofobia constitutiva de la Iglesia, y habría que agradecer incluso el gesto, por su sinceridad, pues hace que se esfumen infundadas esperanzas de apertura, tontas ideas de que el supremacismo masculino alojado en Roma pierda prestancia.

Compartir el artículo

stats