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Ánxel Vence.

Crónicas galantes

Ánxel Vence

Chau, querida

Indignados, pero alegres, los brasileiros han organizado un movimiento para expulsar de su cargo a la presidenta Dilma Roussef, bajo el jocoso lema: "Chau, querida". Lejos de los rasgos trágicos que estas cosas adoptan en otros países, los compatriotas de Neymar han convertido en una fiesta algo tan serio -pero no necesariamente aburrido- como la destitución de su Jefa del Estado.

Divertida fue, lógicamente, la propia sesión del Congreso en la que se decidió abrirle un proceso de despido a Roussef, agobiada por los casos de corrupción que salpican a su partido. Los diputados aprovecharon la ocasión para mandar saludos a sus familiares y amigos, a Dios, a los agentes de seguros, a los militares y al sursum corda antes de darle puerta con su voto a la presidenta.

El "Chau, querida" elegido como lema por los peculiares indignados de Brasil demuestra que las de ese país son gentes amorosas a las que nada cuesta echar a sus gobernantes con eslóganes amables y hasta divertidos. Poco que ver con las agrias costumbres de España, donde estas disputas de gobierno se han resuelto históricamente a garrotazos. Se conoce que nos falta el humor del que van sobrados los brasileiros.

Aunque la situación de su país no esté para risas, los ciudadanos de esa nación que es medio continente practican con soltura el humor incluso en el lema "Orden y progreso" que campea sobre su bandera. De esta bonhomía natural forma parte también el encanto de llamarles "camisiñas de Venus" a los condones, en delicada y a la vez culta metáfora.

Hasta los ecologistas, generalmente algo pesados, adornan con gracia brasileira las campañas a favor del medio ambiente. Años atrás, una ONG de Brasil dedicada a la preservación de los bosques promovió el hábito de hacer pis bajo la ducha para ahorrar, de este modo, el agua de la cisterna del WC. Consideraban que tan sencilla medida, impulsada por el lema "Faz xixí no banho", le haría un gran favor a la Madre Tierra, sin perjuicio alguno para las vejigas de la población.

No menos festiva y genial fue la decisión de cierto gobernador del Estado de Brasilia, que recientemente prohibió -se ignora si con éxito- el uso de los gerundios entre el personal de su administración. Al grito de "¡gerundios fuera!", José Roberto Arruda (que así se llamaba el prócer) decidió sacar de la circulación esa forma verbal, en la creencia de que así se agilizaría la burocracia.

Pretendía el gobernador que sus funcionarios dejasen de contestar que estaban "preparando", "planificando" o "estudiando" cualquier obra o medida de gobierno sobre cuyo estado de ejecución se les preguntara. Su idea era que los proyectos pasasen de la fase de gerundio a la de presente de indicativo, si bien se desconoce hasta qué punto le hicieron caso sus subordinados.

Entre el "Chau, querida" y la abolición de los gerundios, no extrañará que Brasil sea uno de esos raros países -si no el único- que le caen bien a casi todos. No es para menos. Una nación que asocia su imagen a las garotas de impetuosas curvas, a la alegría del carnaval, a los héroes de la Fórmula I y a los artistas del balón, por fuerza ha de inspirar simpatía entre los amantes del buen vivir.

Lógico parece, por tanto, que hasta a la hora de botar (con be) a su presidenta, aprovechen para echarse unas risas. A Roussef no le va a quedar otra que decir "chau".

stylename="070_TXT_inf_01">anxelvence@gmail.com

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