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Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

Los átomos

A esta alturas, visto lo que hay -o al menos lo que había ayer mismo- nadie que se tenga por serio podría hablar de que en Galicia exista una auténtica oposición. Al menos en singular, porque existen varias, diferentes e incluso enfrentadas, aunque parezcan jugar a la búsqueda de un mínimo común, que solo puede ser la idea, solitaria, de echar del poder a quien en todas las elecciones hasta ahora ha sido la fuerza más votada aquí -y que parece lo será otra vez-, que es el PP.

Este prólogo, que es una opinión -como todas- discutible, no la comparten algunos observadores, sagaces y siempre dispuestos a buscarle a la izquierda algún modo de parecer lo que no es -por lo menos todavía no- y han dicho ya que, a falta de cuerpo, existen los átomos precisos para acabar formando un cuerpo sólido y hasta armónico. Y es posible que, aún sin querer, acertasen sin pretenderlo, porque visto el peso y tamaño de varios de los grupúsculos, el conjunto que en su día fue taifato, hoy es atomización.

Es verdad que pueden votar juntos y cambiar cosas. Lo malo -y no solo para ellos sino sobre todo para Galicia- es que no hay tiempo para esperar a que esos átomos formen cuerpo y el cambio sea mejor y no peor. Ni tampoco margen para que se acerquen lo bastante para lograr una cierta coherencia en lo que a proyecto -uno "de país", claro- se refiere.

(Y es que el paisaje político de la izquierda gallega -que en términos generales está menos modernizada que la derecha. defectos y errores de ambos aparte- muestra nacionalistas soberanistas, galleguistas que no llegan a tanto, personalistas escindidos, socialistas frentepopulistas, socialdemócratas, leninitas, anarcoides y hasta supuestos centristas de la especie bisagra. Uf.)

Por eso, y por lo dicho de que solo -y apenas- les une la intención de mandar, sería casi un milagro que el "cambio" no resultase para peor. De hecho, las coaliciones heterogéneas -antes se decía "contra natura"- en Galicia fueron breves y seguidas por nayorías absolutas del PP. Y eso lo sabe mucha gente sensata en el PSOE, entre ella la que recela del ímpetu predicador de Abel Caballero y parece dispuesta a darle la candidatura al único voluntario de cierto peso, Méndez Romeu, para una derrota digna o un tercer puesto más difícil de digerir. Pero es lo que hay.

Todo lo dicho es un punto de vista no vinculante que se resume en lo ya expuesto acerca de que las izquierdas gallegas -que en otra circunstancia general no tendrían opción- son una mecla que ni siquiera comparte un proyecto de país o al menos aún no lo explicaron. Y a falta de seis meses máximo para votarlo -o no- ya va siendo hora de que lo hagan.

¿Eh?

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