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Ánxel Vence.

Crónicas galantes

Ánxel Vence

El dúo Pimpinela convoca elecciones

"Gracias, Pablo, por no haberlo intentado en absoluto", le reprochaba el otro día un portavoz del socialista Pedro Sánchez al macho alfa, beta y gamma de Podemos con ocasión de la ruptura entre ambos. "Querías domesticarme y eso no puede ser", contestó el aludido Iglesias en plan feminista y telenovelero. La política es en España un mundo de pasiones sin control que enfrenta a dos amantes despechados con un tercero al fondo.

Desde los tiempos -ya remotos- del Dúo Pimpinela no se recordaban diálogos de tanto ardor como los que han interpretado ante el público Sánchez e Iglesias en estos tres meses de noviazgo ahora roto.

Pimpinela era, como quizá recuerden los lectores más añosos, un dúo formado por dos hermanos, lo que añadía el morbo del incesto a las constantes disputas de amor que mantenían sobre el escenario. Inevitablemente, los dos artistas acabaron por protagonizar una telenovela; pero lo cierto es que llegarían a vender 25 millones de discos. Así que pocas bromas.

La clave de su éxito residía, probablemente, en la escenificación ante el público de una típica discusión de matrimonio con la que los espectadores no podían sino identificarse. O también la de un par de novios que se quieren un montón pero no pueden consumar sus amoríos por culpa de los celos y los malentendidos de pareja.

Tal vez sin saberlo, los Pimpinela -al igual que Sánchez e Iglesias- se inspiraban en las regueifas de Galicia y Portugal, en las jotas aragonesas de picadillo y en los cantares de desafío muy populares en Brasil. Consiste el género en la actuación de dos vocalistas que cantan una misma canción, salvo que la letra es, en realidad, un diálogo cargado de reproches y pullas entre las partes contendientes.

Un tema clásico de Pimpinela sería, por ejemplo, el célebre "Olvídame y pega la vuelta" al que pertenece un diálogo inesperadamente político. "¿Quién es?", pregunta la parte femenina del dúo. "Soy yo". "¿Qué vienes a buscar?" "A ti" "Es tarde" "¿Por qué? "Porque ahora soy yo la que quiere estar sin ti".

Al agudo lector no se le escapará que ese coloquio preñado de despechos es el que mantuvieron desde el 20 de diciembre hasta anteayer los líderes de los dos partidos mayoritarios de la izquierda. La única diferencia con Pimpinela es que no se lo cantaban a la cara. Prefirieron dar el cante mandándose mensajitos por Twitter o por medio de algún propio; pero la esencia del asunto es la misma. Amores no correspondidos, reproches, pasiones desencadenadas (por el poder) e incluso celos.

Al capítulo de desconfianzas corresponde, sin duda, la letra de "Dímelo delante de ella". Es difícil no ver la sombra de Albert Rivera -el tercero en discordia- cuando la chica Pimpinela le canta a su chico: "Dímelo delante de ella, no me mientas más", a lo que el acusado responde con un poco convincente: "Aquello ya se terminó". Cualquiera diría que estaban hablando del acuerdo entre PSOE y Ciudadanos que al final ha impedido -salvo reconciliación de última hora- un acuerdo para el gobierno de izquierdas.

Tras más de cien días de mocear entre requiebros y recriminaciones, Sánchez e Iglesias han puesto fin a ese idilio político tal que si se tratase del estrambote de una de las canciones de Pimpinela. Ahora ya solo discuten cuál de los dos miembros del dúo ha precipitado las elecciones. Venezolana o no, la política española recuerda cada vez más a una telenovela.

stylename="070_TXT_inf_01">anxelvence@gmail.com

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