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Yo no corrí la Vigo Bay

Juro que este año pensé en acompañar a mi vástago mayor en los 20 km de la Big Bay, pero un amigo me convenció de que, mejor que tentar mi suerte, sería esperarle para darle vítores en Baiona con un vinito en la terraza de alguno de los bares ante los que pasa la carrera. Me fui en autobús, que es donde puedes socializar, y me encontré a Loli Ligero, aquella espléndida hija de Pepe el del bar Ligero hace 50 años, con espléndida madurez ahora, y recordamos aquel barrio viejo de antes. A mi vástago lo vi llegar, ahí por la mitad de los cinco mil, después de la bióloga Sabela García Oro (sí, la hija de Alfonso y Caché) y su varón Luis Santomé (normal, ellos entrenan) y acosado por una mujer de casi mi generación que corrió a su sombra como una garrapata y no se le desprendía. Yo le esperaba con Camilo Domínguez, ese fresco octogenario que pasea con su bici con carro por Baiona anunciando a Podemos, su partido, que ya tiene mérito con tantos años.

Un cocido polisémico

Luego volvimos a Vigo donde me esperaba el probo Benito Pereiro y su donosa mujer Samanta Buendía. Bien es verdad que nos tomamos un vinito en La Central, que es un local irreprochable salvo por el error monumental que el decorador ha tenido y que desgracia mucho vino: la barra acaba en un reborde contra el que choca la copa al arrastrarla hacia ti y te inunda de lo que bebas, según la fuerza de arrastre desarrollada. Yo detendría al que diseñó esa barra. Vinoteamos en La Central y luego en el Gravina, entrando hacia Chao, que nos puso para tapear una riquísima carne ao caldeiro. Luego nos fuimos a su casa del barrio viejo para dar cuenta de un cocido sui generis, hecho con patatas de Marín, pollo y repollo de Ponteareas, chorizo de A Cañiza, garbanzos salmantinos de Pedrosillo y androia de Viana do Bolo. Ya veis cuánta geografía se puede recorrer sin salir del plato, y más si os digo que el pan era de Puzo-Salvaterra, de esa excelente panadería A Broa en la que además tienen la virtud de ser fieles lectores de FARO.

Vigo poetizó en New York

Otra cosa es Nueva York. Ver en Nueva York al poeta Steven Licardi leer a Martin Códax en ingles y luego a una cantante de jazz madrileña cantar las cantigas de amigo con Aldo Pérez a la guitarra, antes de paladear el vino gallego de igual nombre, no es normal, pero eso es lo que vivieron los vigueses Marcos de la Fuente y Vanesa Álvarez, que ayer volvieron de allí tras poner al mundo por montera y atreverse a presentar en esa ciudad el Festival Kerouac Vigo de poesía y performance. Fue en el Instituto Cervantes (además de en el Bowery Poetry Club) donde vivieron esas experiencias. Cuántas veces se dijo el nombre de Vigo allí, fue una delicatessen, me dice Marcos emocionado. Tras juntar a tres representantes de la escena poética neoyorquina se presentó el libro Las Particulas Brillantes de Marcos de la Fuente, con el guitarrista Aldo Perez. El final "apoteósico", con dos poemas sobre las dos ciudades, Vigo y Nueva York para acabar con mucha fuerza. Dos horas de poesía, performance, música y vídeo, uniendo escenas, despertando curiosidades, aplausos y paladares, pues después de escuchar a Martín Códax se lo bebieron con las botellas que les envió su distribuidor californiano. Marcos y Vanesa llegaron a Vigocon el pecho enhiesto.

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