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Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

El aviso

Aunque resulta evidente que el episodio de la quema de varios camiones de industrias lácteas por elementos radicales puede ser interpretado como se quiera, parece obvio que supone un aviso más para quien corresponda habilite los medios legales necesarios para que hechos inaceptables como esos se repitan. Es obvio, pero también urgente, porque ni es el primer caso de violencia en el sector ni en otros del país.

No se trata de alarmar -o confundir churras con merinas- en una sociedad que ya padece demasiados sustos a diario en otros frentes, pero sí de avisar que hay algo maligno aquí que se esta gestando y que hasta ahora no ha sido tratado con la diligencia y la eficacia que se necesita para erradicarlo. El problema de la violencia, que se puede explicar a veces pero nunca justificar -ni siquiera desde las tesis del jesuita padre Vitoria-, hay que atajarlo cuando aparece con medios que el orden democrático pone a disposición de la ley. Y si existe algo inconveniente, además de peligroso, es la duda o la "comprensión" y peor aún el intento de minimizar sus riesgos o sus efectos desde argumentos más o menos difusos. Porque las consecuencias afectan a todos de un modo u otro, incluidos quienes expresan esa cierta "simpatía" por la causa aunque digan discrepar de los métodos y que se resume en condenas inmediatamente seguidas de adversativos casi exculpatorios.

Pero esta es una cuestión en la que además de la eficiencia en la reacción es imprescindible la prudencia en el análisis. Porque de poco sirven que no sea para agravar las acciones "en caliente" que algunas veces se proponen e incluso se producen. Y tan malo parece, al menos en opinión personal, que haya aquí quien "entienda" de algún modo lo injustificable como que se supongan simpatías o apoyos a los violentos cuando no existen. Y será del todo injusto, además de equivocado, que se repitiesen episodios como el vivido poco antes de las elecciones generales, cuando desde un Tribunal se llamó a declarar -como testigos- a dirigentes del BNG en una causa abierta contra presuntos activistas del terror en territorio y con siglas gallegas. Una cita judicial casi a ciegas, al menos para los citados, que resultó chocante si se compara con casos en los que se vieron involucrados dirigentes, o ex, de otros partidos.

Quede dicho todo ello desde ja cautela y por supuesto, desde la exigencia de sensatez dirigida a todos. Este asunto, y conviene insistir, a todos afecta y todos pueden padecerlo; por eso todos, incluidos políticos, media, sindicalistas -controlados e "incontrolados"-, ganaderos e industriales deben reflexionar. Porque aún hay tiempo, pero no sobra.

¿Eh...?

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