Este viernes, 8 de abril, más o menos sobre las 22.00 horas, una vecina y amiga me preguntaba si sabía algo sobre la muerte del Doctor Miguel, más concretamente, Miguel el de Emiliote. Creo que fue patente para ella mi reacción, pues me quedé patidifuso y estupefacto...; de hecho, en ése momento, iba a ver cómo se encontraba, ya que solo dos días antes había estado con él porque decía no sentirse muy bien... Desgraciadamente, sí, había fallecido..., y solo puedo honrarlo como amigo y como doctor, escribiendo este texto pues me es imposible velarlo como se merece. Aunque estoy seguro de que él me diría que no hiciera el imbécil con esas historias. Hace apenas unos meses que perdí a mi madre y Miguel, siempre, siempre, estuvo ahí, a cualquier hora, para venir a verla, siempre con una sonrisa y una profesionalidad encomiable. Sin ningún tipo de interés económico y con una atención y cariño que, desgraciadamente, ya no podrá ofrecer a otros pacientes. Porque él, que de casta le venía, fue un médico de familia ejemplar cuando sus demonios lo dejaron trabajar a gusto y también cuando no. Solo espero, querido "doctorcito", que descanses en paz y volver a vernos para tener otra de las intensas en interesantes conversaciones que hemos mantenido y disfrutado.

*Vecino de Lalín