Y por si López Veiga, del PP, no fuera suficiente, tenemos que aguantar las afrentas de Carmela Silva y de su jefe de filas, el alcalde de Vigo, el ponteareano Abel Caballero, que son del PSOE. La primera, que es presidenta de la Diputación (quiero decir, presidenta de la provincia entera, no solo de Vigo y su nueva zona de influencia), se permite el lujo de defender desde su posición en el Palacio provincial (que todavía está en Pontevedra pero mucho me temo que pronto se irá para Vigo) los intereses del Puerto de Vigo como si el de Marín le fuera ajeno o perteneciera a otra provincia o a otra comunidad autónoma. Esta señora confunde claramente su verdadera posición política porque desde su presidencia en la Diputación no puede tomar tan descarado partido por uno de los tres puertos provinciales de Interés General, que aquí nos va el pan a todos. Claro que su actitud responde claramente a los deseos de su jefe Caballero que, cuando era ministro socialista se encargó de cercenar los principales proyectos del Puerto de Marín, como el del tren, que llegó cuando él ya estaba lejos, por la gracia de Dios y de la Democracia. ¡Ollo!, que tenemos memoria.
