A finales del pasado mes de julio opinaba, a través de un artículo titulado "el pacto no pita", que la cosa empezaba a no tener buena pinta, que empezaban a ser visibles los problemas del cuatripartito con la participación y la transparencia y que, apenas mes y medio después de firmado, estaba claro que, en lo referente a determinados principios de gobierno, el pacto no pitaba. Algunos consideraron precipitada aquella valoración política respecto de un gobierno municipal recién constituido, otros lo vieron como un presagio. El tiempo, una vez más, acaba de dar y quitar razones a unos u otros?

El principio recogido en el pacto de "dotar ao concello de Sanxenxo de un goberno único e estable" se vio, desde un primer momento, que difícilmente iba a ser posible. La inclinación por el postureo político de algunos así lo hacía presagiar y es que, en un grupo de gobierno, pretender estar unos únicamente a las maduras y dejar que otros se traguen las duras, solos, tiene un recorrido político muy corto?

¿Y ahora qué?... Pues ahora, los tres grupos que quedan conformando el gobierno municipal debieran asumir la nueva situación política con gallardía democrática mediante el ejercicio de la participación y la transparencia real, no con la que solo sirve para quedar bonito en el papel, empezando por declarar roto el pacto a cuatro firmado el 8 de junio y sustituyéndolo por otro actualizado suscrito por los tres restantes, presentar ese nuevo documento a la consideración de sus respectivos partidos y, una vez logrado su refrendo, someterse a una cuestión de confianza ante el Pleno de la Corporación Municipal. Esa debiera ser su particular prueba del algodón democrática.

Pero ver que desde el recompuesto gobierno municipal se habla de tranquilidad y estabilidad, cuando se acaba de quedar en minoría, y de contar con capacidad suficiente para gobernar, cuando se acaba de demostrar que no se es capaz de hacerlo ni con mayoría absoluta, suena a intención de aferrarse al sillón sea como sea.

Dejar entrever que el dimitido concejal va a apoyar desde la oposición lo que no apoyó desde el gobierno, o que, a partir de ahora, desde la lejanía, se van a entender en lo que no se entendían cuando estaban juntos, es no querer asumir que el agua y el aceite, por mucho que se intente, nunca se llegan a juntar.

No admitir la realidad puede servir para seguir ostentando un gobierno que ya no depende de sí mismo, pero no se vislumbra en el horizonte que eso vaya a servir para la gobernanza de Sanxenxo. El tiempo, una vez más, ya dirá?