El antiguo barrio marinero de la ciudad no se resiste a perder sus tradiciones y hoy es un día grande para sus vecinos, si la climatología lo permite ya que la lluvia impidió anoche a los vecinos preparar las alfombras florales para que por ellas procesione el Viático.
Los residentes en este barrio, donde se cimentó la ciudad, se implican en el mantenimiento de sus señas de identidad, entre las que está la celebración de esta procesión. Niños y mayores siempre han estado mano a mano confeccionando las alfombras, con pétalos, borra de café, sal, hojas y fiuncho que acumulan y preparan con semanas de antelación, para que por ellas transcurra a primera hora de la mañana el Viático. Esta trabajo previo quedó ayer frustrado pero aún así se mantiene la tradición
Es esta una costumbre muy antigua, quizás originaria del Renacimiento que la parroquia de Santa María y su Gremio de Mareantes han sabido mantener a lo largo de los siglos en estas calles del que antiguamente era conocido como arrabal marinero de A Moureira, un barrio que se extendía extramuros por la zona de orillamar de la ciudad desde Santa María a San Roque. Precisamente este es el recorrido que hace cada año la procesión, partiendo desde la basílica y recogiéndose en la capilla de San Roque, llevando bajo palio a Jesús Sacramentado.
Llevar la Sagrada Comunión a los enfermos e impedidos de la parroquia de Santa María la Mayor es el hermoso cometido de este emotivo acto religioso que evoca el esplendor medieval de la ciudad.
Por eso, es digno de destacar el esfuerzo y el cariño que cada año ponen los residentes en la confección de las alfombras, destacando la presencia de muchos niños que así, desde pequeños comienzan a sentir la pertenencia a un barrio con mucha historia y a aprenden valores como el de la solidaridad.
