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Mentiras

Nueva entrega de un terror ciego que, en todo caso, tiene titiriteros. Las marionetas del horror no actúan de forma autónoma. Ni siquiera aquellos endemoniados que pintó Dostoievski iban por libre, por así decir. El terror en Europa tuvo tres citas iniciales, si consideramos lo que va de siglo, especialmente graves. En Madrid, en 2004, para romper las relaciones privilegiadas de España con EE UU; lo mismo en Londres, al año siguiente, en vísperas de una presidencia británica de la UE que prometía novedades de calado y cinco años después se estrelló un avión con la cúpula político militar de una Polonia declarada en rebeldía. Ni siquiera los atentados de Francia o del martes en Bruselas proceden de desiertos lejanos y montañas remotas como denunció muy acertadamente Aznar respecto al 11-M. Hablan de suicidas en la capital europea. También dijeron eso mismo en Madrid algunos periodistas más que renombrados. Era mentira. Nunca se disculparon. Su engaño sirvió para lanzar a las masas progresistas a violar la jornada de reflexión y acosar las sedes del PP. Aun presumen de ese golpe. En el terrorismo como en la guerra -¿cuál es la diferencia?- la primera víctima es la verdad. No sabemos quién, pero alguien con mucho poder va a por nosotros. No nos queda otra que defendernos. Lo primero es identificar al verdadero agresor. No va a resultar fácil porque precisamente la clave de los atentados está en el engaño. Ya lo dijo Revel, la mentira mueve el mundo. El terror es su tentáculo sangriento.

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