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La devoción de Millán y el belicismo de Lis

El Jueves Santo, víspera del atentado en la Herrería, Isidoro Millán se felicitó por el levantamiento gubernamental de la prohibición que pesaba sobre las procesiones, medida tomada por gobernadores y alcaldes como "un servicio mal entendido a la República". Para Millan aquella proscripción trató de borrar "el mayor signo externo de catolicidad española."

"La procesión es un acto -dijo en su comentario- que no puede ofender, ni siquiera molestar a nadie dotado de sentido común, puesto que asistir a él o presenciarlo son determinaciones completamente voluntarias"

Millán subrayó que no causaban "ningún daño" a los no creyentes, mientras que, por el contrario, daban mucha "satisfacción espiritual" a los creyentes. En su apasionada defensa de las procesiones calificó de "cobardes, hipócritas y nerones" a cuantos persiguieron entonces las procesiones después de haber participado en ellas pocos años antes.

Por su parte, Víctor Lis firmó al día siguiente del atentado, Sábado Santo, una proclama incendiaria de estilo bélico, toda una premonición de su posterior deriva criminal.

"La cobarde maniobra -escribió- de tratar de disolver la procesión del Viernes Santo, valiéndose de tan cobarde procedimiento, dice bien a las claras que la táctica empleada por el enemigo sigue equivocada, y que en vez de producir el efecto deseado, se encontró con un resultado completamente diferente."

Tras expresar su indignación "contra esa salvaje maniobra que pudo ocasionar unas víctimas entre inocentes niños e indefensos ancianos", Lis anticipó de alguna forma lo que luego derivó en la Guerra Civil.

"A toda acción en la vida -señaló- sobreviene una reacción igual y de la misma especie, y a la ofensa que trató de inferirse a los sentimientos católicos del pueblo de Pontevedra sobrevino en el mismo instante una reacción de protesta, cuyas consecuencias palparán nuestros enemigos, tal vez un día no muy lejano".

Su amenaza final se comenta sola: "Os conocemos y como los tiempos han cambiado, habéis de ir dando cuenta, pero a poco, de vuestra cobarde conducta."

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