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Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

El suspense

A estas alturas, casi tres meses con un gobierno en funciones y a poco tiempo vista de las elecciones gallegas y sus incógnitas, no parecen disparatadas algunas reflexiones sobre los intereses generales de este antiguo Reino. Y de forma especial acerca de asuntos que entran de lleno en su interés general y que están sin resolver, aunque es justo reconocer que algunos se hallan a medio camino de lograrlo, pero falta todavía otro medio.

Todos ellos en grado mayor o menor dependen como es obvio de los gobiernos que salgan de las urnas, y por eso resulta especialmente lamentable que el fallido pacto de Sánchez y Rivera ni siquiera haya mencionado algo en términos de Galicia, por supuesto. Y el probable del PSOE y Podemos tampoco parece estar por la labor, como el PP, salvo que gane con solvencia una posible repetición electoral y remate proyectos clave como el AVE. Pero de otros también calla, y el que más o el que menos tiene aquí la mosca detrás de la oreja. Punto.

Semejante panorama, en cierto modo lógico ante unas generales, no lo es en absoluto por lo que respecta a los contenidos concretos de los inevitables pactos que vienen, porque los gallegos, verbigratia, tienen derecho a saber antes de votar qué harán las distintas fuerzas con el AVE, sin ir más lejos. Sobre todo si unos como Ciudadanos, los nacionalistas catalanes y una parte del PSOE ya han dicho que quieren paralizar el gasto que aún queda pendiente, mientras Ana Pastor, ministra en funciones de Fomento, lo garantiza.

El elemento clave de la democracia es la libertad para votar cada uno lo que le venga en gana. Pero parece que no estaría de más que lo hiciese después de un proceso de información detallada sobre cada oferta que llega a las urnas. No se trata, como algunos caraduras proclaman, de exigir un "contrato con el electorado", pues sus incumplimientos son tan flagrantes y frecuentes que bastantes de los candidatos deberían estar procesados, pero al menos ayudaría a muchos a que no les tomasen el pelo con impunidad. Y el suspense actual forma parte de ese engaño.

Desde una opinión personal, mucho de lo que pasa sucede por ausencia de una reforma a tiempo de la Ley Electoral, pensada y redactada para facilitar la vuelta a la democracia y el refuerzo de los partidos tras una muy larga prohibición por la dictadura. Pero ha pasado demasiado tiempo como para no corregir defectos clamorosos, y motiva sospecha que muy pocos reclamasen cambios en el modelo para hacer mejor el propósito inicial. Y esa apatía y suspense es rara. "Por algo será" como se dice aquí.

¿No...?

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