Así pues, cerrados en la práctica los congresos provinciales del PPdeG y a la espera del regional en el que se espera por muchos despejar la incógnita de si Feijóo sigue o no -y todo parece indicar que sí lo hará, aunque con él nunca se sabe- quizás procedan algunas reflexiones. Bien intencionadas y de interés general, porque al fin y al cabo atañen al partido que aún gobierna a los gallegos, aunque su poder se ha visto sustancialmente recortado a nivel local y provincial.

La primera reflexión es la de que los populares gallegos han hecho un esfuerzo notable a la hora de renovar los rostros y los cuadros internos, pero de momento no se nota que se haya movido en lo ideológico, lo estratégico y lo táctico. Y eso es imprescindible para que pueda seguir donde está, sobre todo ahora que la mayoría absoluta parece cada vez más difícil de revalidar.

Y no se trata de incordiar: hoy en día, como ayer y casi desde siempre tras el primer gobierno de Fraga, el PP ha estado aquí como en el resto de España, envuelto en lo que un actor argentino del "sindicato de la ceja" llamó cordón sanitario para aislar a la derecha española por moderna que sea. Por eso, necesita con urgencia capacidad para el pacto si quiere tener futuro gubernamental estable. Y para eso precisa caras nuevas, pero sobre todo ideas puestas al día, sobre todo en lo que al galleguismo se refiere.

Y es que, si bien para sacar conclusiones definitivas habrá que esperar, como ya se ha dicho, a la cita regional, los dirigentes provinciales se han limitado a rejuvenecer los cuadros, cambiar los rostros, y en algún caso con el retrato borroso en lugar de, -adaptándola a los tiempos que corren- hacer suya aquella frase de "la imaginación al poder", que es lo que en verdad necesita para "conseguir lo imposible" y cambiar la realidad, que es su aislamiento.

Necesita más, claro. Entre otras cosas, poner en marcha la organización más fuerte del país, pero hacerlo en serio, a diario, enviando a su gente explicar casa por casa, asociación por asociación, sin timidez, lo que han hecho y lo que quieren hacer para corregir los errores cometidos. Y, sobre todo, para eliminar el mito de que la calle es de la izquierda, que la izquierda la que domina el mundo de las ideas y, en exclusiva, lo del agit/prop.

(Pero deben acertar en los objetivos. En Pontevedra -una provincia especialmente compleja y difícil para ellos- convertir el congreso en un homenaje a Rajoy, declarado persona non grata tras un esperpento municipal, fue un error. Porque humanamente es comprensible, pero políticamente rebaja la condición de la cita. Y no está el horno para bollos.)

¿Verdad...?