La Constitución Española de 1978 en los artículos 66 a 68 regula, genéricamente, la organización y el funcionamiento del Congreso de los Diputados. En la historia más reciente del Reino de España, nadie se había atrevido a proponer el cambio de denominación de esta Cámara de representación.

Acabamos de oír que una diputada de un partido, de "cuyo nombre no quiero acordarme", acaba de proponer sustituir su denominación. Imaginamos que consistirá en utilizar un doblete del estilo 'los diputados y las diputadas' o bien un nombre compuesto del tipo 'Asamblea de Congresistas' o 'Cámara de Representantes' o bien un sustantivo abstracto, que podemos ver en formaciones como 'Colegio de la Abogacía' y otros inventos similares.

Sobre el uso de los dobletes, es decir, desdoblar sustantivos y adjetivos en género masculino y femenino (los españoles y las españoles, los diputados y las diputadas...), ya se ha escrito bastante. No es el caso repetir lo ya dicho por instituciones como la Real Academia Española en la Nueva gramática de la lengua española (2009). Ello no obstante, como estamos ante un tema importante, ya que cualquier mente iluminada podría proponer aberraciones como las señaladas con anterioridad, me permito recordar que en numerosas resoluciones del Tribunal Supremo se considera como criterio de autoridad a la Real Academia Española.

Por todo lo anterior, y ante los espectáculos vistos últimamente, en el Congreso de los Diputados deberían ser de obligado conocimiento las normas gramaticales básicas de la lengua española y el sometimiento pleno a la jurisprudencia del Tribunal Supremo sobre el criterio de auctoritas. Una cosa es que cada diputado (hombre o mujer) pueda hablar como considere oportuno (el "habla" por definición es un producto individual, concreto, variable, mutable...) y otra cosa muy diferente es la "lengua" (un producto social, abstracto, menos mutable, que sirve de nexo de unión entre los sujetos de una misma comunidad lingüística).

Me decía uno de los grandes lingüistas de la segunda mitad del siglo XX, el Doctor Honoris Causa por la Universidad de Vigo, Eugenio Coseriu, que la lengua era una cosa demasiado seria para dejarla en manos de los lingüistas. Podría ser, de igual modo, que el Congreso de los Diputados sea una cosa lo suficientemente seria como para dejarlo en manos de los diputados.