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José Manuel Ponte

inventario de perplejidades

José Manuel Ponte

Darwin y los percebes

Hace cosa de año y medio se supo, en la ciudad donde resido, que en la carísima e inconclusa obra del llamado puerto exterior de Punta Langosteira (rebasará pronto los mil millones de euros de inversión) se había dado uno de esos milagros con los que la naturaleza nos sorprende. En la cara externa del enorme dique encargado de contener la furia del mar se descubrió la existencia de una extensa colonia de percebes. Esos sabrosos crustáceos que gustan de vivir agarrados a piedras batidas por las olas y que en esa zona de la costa alcanzan, a veces, dimensiones gigantescas.

Dado lo inaccesible del lugar desde tierra y del peligro de moverse a pie sobre la resbaladiza superficie de los grandes bloques utilizados en la construcción de la escollera (150 toneladas cada uno), los percebes quedaron al abrigo de los furtivos y pudieron medrar tranquilamente. En una ciudad que ha vivido muchos años de la comercialización de la abundancia pesquera, la noticia causó sensación y dio lugar a abundantes comentarios.

Irónicos en el caso de quienes habían criticado, por su dudosa rentabilidad, el proyecto de un puerto exterior que exigía la venta como solares edificables de los actuales muelles para costear la obra. E interesados, en el caso de los sectores profesionales que viven de la extracción y venta del percebe. Estos últimos reclamaron inmediatamente la apertura al marisqueo de la zona con el argumento de que se situaba dentro del área de actuación que les correspondía. Por su parte, la Autoridad Portuaria (que debería de llamarse Autoridad Inmobiliaria dadas las tareas a que dedica preferentemente sus afanes) terció en la polémica anunciando que sacaría a concurso la explotación del nuevo y abundante recurso marisquero que se había descubierto dentro de una zona sometida a su jurisdicción.

La postura de la Autoridad Portuaria no gustó a los percebeiros, algunos de los cuales vieron en ella un oculto propósito de privatizar una tarea que hasta ese momento era tenida por comunal. Sea lo que fuere, la disputa por la riqueza marisquera sobrevenida saltó a los medios y un importante periódico nacional describió el contencioso de esta manera: "Guerra de la mina del percebe", dando por hecho que aunque el crustáceo no es un filón de oro sí tiene un valor de mercado que lo hace muy apetecible.

Desde que se planteó el conflicto de esa manera no habíamos vuelto a saber del destino que se iba a dar al yacimiento marisquero de Punta Langosteira hasta que hace cosa de un mes tuvimos noticia de la detención por la Guardia Civil de cuatro individuos que faenaban en la nueva zona portuaria extrayendo percebes. Iban perfectamente equipados con trajes de neopreno y se les decomisaron varios kilos de mercancía que fueron entregados a un centro asistencial.

A raíz de esa detención, las peticiones para que se abra la explotación se han reanudado con insistencia ya que las cofradías argumentan que el resto de la costa ha sido saqueado en buena parte por la actuación de unos furtivos a los que las autoridades de la Xunta son incapaces de poner coto. A Charles Darwin, que dedicó ocho años al estudio de los percebes, le hubiera gustado saber de la existencia del yacimiento de Punta Langosteira.

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