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Siete hijos predilectos de Pontevedra desde 1934

Nacido en Ponteareas, pero vinculado a Pontevedra desde su adolescencia como alumno del Instituto, Emiliano Iglesias Ambrosio, fundador con Lerroux del Partido Radical, fue la única personalidad distinguida por la Diputación en 1934 como hijo adoptivo y predilecto al mismo tiempo. Nadie sumó jamás tan grande honor.

Bastante tiempo después, las cuatro diputaciones gallegas, de común acuerdo, aprobaron el 8 de julio de 1950 la nominación de hijo predilecto para José Calvo Sotelo, nacido en Tui, como "protomártir de la Gloriosa Cruzada". Aquella prerrogativa se entendió como un reconocimiento pendiente que recibió su viuda, ya duquesa de Calvo Sotelo.

Pío Cabanillas Gallas se convirtió en hijo predilecto en 1965, cuando ejercía como subsecretario de Información y Turismo. Las ayudas y los favores a su ciudad natal fueron incontables, antes y después. Entonces se resaltó su apoyo al turismo.

La elección de Francisco J. Sánchez Cantón como director de la Real Academia de la Historia en 1956 fue la motivación esgrimida a su favor, si bien sumada a otros reconocimientos anteriores que conformaban un apabullante currículum.

Seguramente Ramón Mª Aller nunca obtendría tal distinción en 1989, de no mediar el paisanaje de José Cuiña Crespo, a la sazón presidente de la Diputación. El caudillo del Deza agradeció a toda su corporación la unanimidad obtenida por su propuesta en favor del prestigioso astrónomo lalinense.

Finalmente Bibiano Fernández Osorio-Tafall cerró con su distinción el 26 de mayo de 2004 esta reducida lista.

Mención aparte merece Ramón Mª del Valle-Inclán. Primero, porque su nombramiento como hijo predilecto nació de una propuesta del PSOE, luego ampliada por el PP. Y sobre todo, porque nunca llegó a materializarse: el expediente para formalizar su nominación en 2000 jamás se cerró por la negativa a aceptar tal galardón de su hijo, Carlos del Valle-Inclán.

A base de tiempo y paciencia, desde la Diputación creyeron que habían vencido su resistencia. Pero falleció en 2006 sin poner siquiera fecha al acto de recogida del título. A la postre, aquel resultó otro lance burlesco del mismísimo marqués de Bradomín reencarnado en don Carlos.

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