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Antonio Touriño

El mirador de Lobeira

Antonio Touriño

El caprichoso órdago de Pode por Fefiñáns

La fuerza de José Ramón Abal en el gobierno de Cambados solo se puede medir en kilopondios porque al concejal de Pode le gusta hacer resistencia gracias al peso político que obtuvo el 22 de mayo último. La hizo en la precampaña cuando no se amilanó ante la juez después de escapar a un control de la Guardia Civil de Tráfico, falta por la que fue condenado, pero sobre todo después de las elecciones municipales cuando logró un acta de concejal que le daba poco peso pero el justo para inclinar la balanza política a uno u otro lado.

Y con esa condición de bisagra esperó hasta el último segundo del pleno de investidura para colocarse en el plato de la izquierda y removió como un terremoto las estructuras políticas de la localidad al desalojar al PP de la Alcaldía, después de 20 años.

En definitiva, se convirtió en una bisagra que ahora exige un engrasado permanente. Abal sabe el papel que desempeña en este frágil gobierno y recuerda que lo primero que puede romper es el engranaje que une los cuatro partidos.

De ahí que sus caprichosos órdagos hagan temblar a sus socios de gobierno, aunque la alcaldesa Fátima Abal y el edil de Somos, Xurxo Charlín se empeñen en quitar hierro al asunto y se anden con pies de plomo.

Ramón Abal no tuvo reparos en expresar públicamente su indignación por la decisión de los otros tres grupos de cerrar durante cuatro días al tráfico la histórica plaza de Fefiñáns. Y por ello amenazó con romper el pacto, pues ese era uno de los puntos principales del acuerdo. Pero el edil choca con los comerciantes y residentes en este entorno, porque piensan de otro modo-

La izquierda, con la que gobierna, siempre apostó por la peatonalización de este histórico recinto. Su principal argumento es mejorar la calidad de vida de los ciudadanos a la vez que proteger entornos que se degradan por la alta contaminación de los tubos de escape.

Cambiar de opinión por imposición de uno solo es lo que demuestra la fragilidad de un sistema político. Las ideas deberían ser firmes en vez de variar al socaire de intereses más o menos legítimos a la hora de descabalgar a un grupo político usando la fuerza colectiva, aunque la distancia de propuestas sea sideral.

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