Hay una preocupación generalmente compartida por la gran mayoría de vigueses por el destino que pueda darse al edificio que albergaba el Hospital Xeral, el popular "Pirulí", que desde un principio asumió el rol de icono de la ciudad. Inquietud alentada por voces insensatas que se hicieron eco de una posible demolición de la torre que da la bienvenida a Vigo a muchos de nuestros visitantes.

Desde otro punto de vista, sin duda más sensato, se aboga porque nos esforcemos en una "brain storming" en busca de ideas, provenientes de instituciones y ciudadanía. Evidentemente, como suele suceder, en esta búsqueda de ideas aparecen muchas que ni siquiera se pueden considerar; pero acaba surgiendo alguna que permite lanzar un regocijante ¡eureka!, celebrando una posibilidad de solución.

Posibilidad que se confirma con la sugerencia de la Xunta de Galicia para que el emblemático edificio acoja las dependencias judiciales. Es una afortunada eventualidad que podría alcanzar diversos y significativos objetivos: descartar la hipotética y desastrosa desaparición del inmueble; poner coto a la penuria de instalaciones que viene sufriendo el conjunto de dependencias judiciales y revitalizar una zona que al quedar huérfana del centro sanitario entra en una peligrosa ruta de recesión.

Para que la sugerencia deje de serlo y se convierta en realidad es imprescindible la exigencia de leal colaboración entre las instituciones implicadas; es decir, Xunta de Galicia, Concello de Vigo y Tesorería de la Seguridad Social (propietaria del edificio). Y para que ello sea así hay que evitar, tanto como sea posible, la aparición de obstáculos. En pos de tal logro sería prudente que Mareas aparcara reivindicaciones sobre posibles indemnizaciones por la venta de viviendas a que obligó la compra del solar de la prevista Ciudad de la Justicia, recomendación extensible al alcalde en relación al futuro uso de las actuales dependencias judiciales. Estamos jugando otro partido y en otro campo.

El mundo judicial respalda unánimemente que su sede se ubique en el edificio del Xeral, donde contaría con una superficie superior a la que sumarían las dependencias actuales y la nueva proyectada edificación; con la no despreciable ventaja añadida de que el coste de adecuación del inmueble sería, seguramente, inferior al del nuevo edificio que ya no habría que construir. Este modelo de congregación de dependencias judiciales cuenta también con la adhesión de empresarios y vecinos y lo avala la satisfactoria experiencia en otras ciudades.

Pero por encima de cualquier otra consideración, la luz verde para el nuevo destino del "Pirulí" depende fundamentalmente del entendimiento de los tres organismos antes citados y, si se me apura, del talante que desplieguen los señores Rueda y Caballero. Si no nos defraudan es justo que se lo reconozcamos y hacemos votos para que podamos hacer justicia.

Señalar finalmente que cuando se pretende coger cerezas de una cesta, suelen venir unas enlazadas con las otras. Algo similar está sucediendo con problemáticos edificios de Vigo y al Xeral podrían añadirse otros, también significativos, como por ejemplo, el Cíes y el Fraga. La andadura de la circular edificación sanitaria estuvo íntimamente ligada al hospital y rotos esos lazos exige se le encuentre otro uso. Al teatro-cine Fraga, que fue marco de verdaderas reuniones sociales, con exhibición de modelos, en los días de estreno se le presenta un futuro incierto, ya que topa con el indiscutible hecho de que no se estilen suntuosas salas de cine. Sin embargo, no debemos tirar la toalla y dada la dificultad del reto acudir de nuevo a una "brain storming" en busca de un rayo de luz, como ya ha sucedido con el Xeral, con la exigencia de un pronto acuerdo que permita al entrañable "Pirulí" seguir prestando utilidad e irradiando beneficiosa actividad para su entorno.