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Antonio Rico

Los Óscar, en Ascensión

Un fantasma recorre Europa todos los años por estas fechas. Es un espectro clamoroso en el que la firme voz de un continente entero se yergue para proclamar con tono solemne que ya está bien de que la diferencia horaria con California nos haga imposible seguir la ceremonia de los Óscar como es debido. ¿Acaso los espectadores europeos no vamos a ver "El renacido" como los que más? ¿Los euros que hemos dado a la taquilla de "Mad Max" valen menos que los dólares que han dado en Nevada? Si nos pinchan, ¿acaso no sangramos? Si nos agravian, ¿no debemos vengarnos? ¿Hay el menor derecho a que la ceremonia de entrega de los Óscar comience en la televisión española a las dos y media de la madrugada de un lunes?

Y hay soluciones. Vaya si las hay. Mil. Adelantar unas horas el evento californiano para que a los cinéfilos del Viejo Mundo solo se les exija un trasnoche de intensidad mediana que no atente contra las recomendaciones de la OMS -siempre sufrirán menor perjuicio ellos por empezar demasiado temprano que nosotros por empezar demasiado tarde-. O cambiar -fíjense qué cosita tan simple- de domingo a sábado el día de la entrega de los premios para que los aficionados europeos tengamos todo el Día del Señor para recuperarnos de ver el premio a una cursilada infumable y mentirosa como "Inside out". O -y esta es sin duda mi solución preferida- trasladar el lugar de la ceremonia a un islote en medio del océano en un huso horario equidistante de París y Los Ángeles que dé lugar a un horario razonable para estos contenidos en ambos continentes. Me atrevo incluso a sugerir un emplazamiento: el islote Ascensión, formado por coladas de lava basáltica y conos de ceniza, de bandera británica, en el centro justo del Atlántico Sur, ya que el acto supondría un notable revulsivo para la maltrecha economía de sus 880 habitantes.

Quizá hubiera que mejorar la infraestructura hotelera de Ascensión y sus conexiones aéreas con cualquier lugar del planeta, pero el placer de ver en directo cómo el Óscar a la mejor película se lo lleva la extraordinaria "Spotlight" justificaría la inversión.

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