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La obscena pinza

Un pacto como el alcanzado por el PSOE y Ciudadanos queda abierto a las dos alas el espectro político y garantiza la moderación desde la deseada centralidad: ni gobierno de neta izquierda ni de excluyente derecha, sino un espacio de encuentro para la derecha o la izquierda -no ambas a la vez- en el arranque de una nueva transición. Excluirse de ese espacio anula la oportunidad de avanzar desde la propia ideología hacia el cambio que todos invocan, aunque se empeñen en blindar el fracaso de una una investidura creativa y peometedora. La muy primitiva cultura política de los partidos obstruye soluciones normalizadas en otras democracias, donde el interés de todos no queda bloqueado por la ambición -"criminal", en adjetivo de los tribunales- de unos cuantos.

Aún antes de la formación de gobierno, ha empezado a operar la abyecta "pinza" de Anguita y Aznar para ahogar a los socialistas. Con su empecinamiento en el voto negativo a la candidatura PSOE/Ciudadanos liquidan Rajoy e Iglesias la posibilidad de una gobernanza en la que sus respectivas posiciones pueden materialzarse como iniciativas con respaldo de mayoría absoluta: no las de uno en exclusiva, sino, alternativa y racionalmente, las de los dos. Ganaría el país y sería más fuerte ante los retos y los plazos del conflicto territorial interior, los del nuevo episodio austericida que reclama la UE, la reforma sin ruptura de las leyes con sesgo derechista exclusivo, etc. En suma, un recorrido de transformación abierto a todos, más eficaz y duradero que el de la última legislatura con mayoría absoluta unilateral.

Sin Ciudadanos sumado a PP no tiene éste la menor chance de encabezar gobierno, circunstancia que se repite a la izquierda con el PSOE sin Podemos. Pero el núcleo ya formado por dos de ellos merece ser entendido como oportunidad realmente histórica si se piensa en el progreso de la sociedad española. La corrupción del PP alcanza de lleno a Rajoy, aunque sea por omisión, y una repetición electoral podría serle mucho menos benigna que la del 20D por las nuevas golfadas conocidas desde entonces y otras que se anuncian con tintes siniestros, como las del Canal de Isabel II.

La continuidad del presidente en funciones, experto en hiperbólicos elogios a los más pervertidos, es un lastre perfectamente superable por el PP honrado. Y si la mayoría ha de venir de la izquuierda, Iglesias tiene cuajo bastante para no sentirse humillado por Sánchez sino respondido en su burlona altanería. Tablas, en definitiva, que entre gente sensata deberían resolverse en la unidad con las renuncias y matices correspondientes por ambas partes. Una nueva pinza sería obscena.

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