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Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

El mareo

A estas horas, y con lo que cae de los cielos judiciales, hay algo que está ya claro: que si la ley de Murphy es aplicable en algo, lo será en relación con los media; si preguntan, responder es casi siempre arriesgado, pero callar será con frecuencia peor. Podría aplicarse al caso de la señora Barberá, por ejemplo, pero es preferible otro que no es grave y está en distinto orden de cosas: se trata del dilema del presidente Feijóo acerca de si opta a seguir otro mandato, si obtiene apoyo bastante.

Se alude a lo del mareo de la perdiz porque la prensa no para de reclamar una respuesta y la oposición la exige incluso a costa del ridículo de asegurar, en noviembre, que el silencio de don Alberto se relacionaba con su presunta aspiración a la jefatura del gobierno de España. Claro que como ese argumentario de folletín es costumbre, el absurdo juego de la izquierda no inquieta: es que a casi nadie le importa.

Hecho el introito, no debiera cerrarse sin añadir que en todo caso, la postura del presidente, de la Xunta, muy respetable, no parece a pesar de ello la más aconsejable. Primero por el mareo en sí, segundo porque siembra dudas entre los propios -y ya se sabe lo peligroso que eso puede ser- y, tercero, porque alienta las tácticas de los ajenos, actitud que quizá tenga valor estratégico. Pero eso, en opinión de profanos como quien suscribe parece bastante aventurado.

Ocurre que, por supuesto, el presidente tiene legítimo derecho a pensar qué es lo que más conviene a su partido, al país y a él mismo, a manejar sus propios plazos: y a creer que ese proceso se está haciendo a tiempo por la distancia teórica que separa la decisión de las urnas. Pero en cualquier caso, lo que se prolonga innecesariamente -y el largo mareo de la perdiz electoral, o de la candidatura lo parece- implica riesgo de error: el señor Feijóo debiera tenerlo en cuenta y no prolongar más la incógnita.

Hay otras razones de peso que no deben despreciarse. La duda sobre los terceros mandatos y su conveniencia; la personal acerca del futuro de un hombre joven que alguna vez habrá de dejar la vida pública y la incógnita sucesoria resultan también cuestiones que exigen meditación ponderada, siempre que se tenga claro que en política el tiempo no se mide como en la vida "civil", para entenderse.

A todo esto, y es una opinión personal, hay dos observaciones pertinentes: una, que Feijóo es el mejor valor del PPdeG y, otra, que Galicia necesita políticos serios como él, sea en el poder o en la oposición: su utilidad es indiscutible en ambas posiciones. Y otras posibilidades son lo bastante dudosas como para dedicarle demasiado tiempo a valorarlas.

¿No...?

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