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Ánxel Vence.

Crónicas galantes

Ánxel Vence

El móvil, animal de compañía

Al telefonillo móvil, que gobierna nuestras vidas y nos permite eludir la charla sobre el tiempo en el ascensor, solo le faltaba convertirse en un animal de compañía. El paso lo ha dado por fin Tomotaka Takahashi, inventor de un teléfono robótico que es capaz de andar, sentarse y reconocer la cara de su dueño, entre otras habilidades que lo asemejan a un perrito. Y sin necesidad de sacarlo a pasear para que se alivie.

El padre de la criatura la ha bautizado como Robohon y, por lo que cuentan las agencias noticiosas, está teniendo un gran éxito de ventas entre los japoneses. Es de suponer que tras su presentación en el Congreso del Móvil de Barcelona, el pequeño teléfono con vocación de mascota triunfe también en los mercados del resto del mundo. Paradójicamente, una huelga de empleados del Metro tiene inmovilizados a los participantes en esa feria mundial del Móvil; pero ya se sabe que la perfección no existe.

El celular, como se le llama en español ultramarino, es ya una prolongación del cuerpo cuya pérdida equivaldría a una amputación. Ha sustituido ventajosamente a los ordenadores portátiles y está a punto de hacer lo propio con las pizarrillas electrónicas que damos en llamar tabletas.

No podía ser de otro modo teniendo en cuenta que se trata de un equivalente de las navajas suizas de cien usos, con la diferencia de que dispone de más de un millón de aplicaciones distintas.

Sus felices usuarios pueden llevar una agenda, calcular distancias, ver vídeos, oír la radio, navegar por internet, tomarse el pulso, enviar y recibir correos, hacer reservas de hotel o administrar las cuentas del banco, por citar solo las opciones más rudimentarias. Algunos ofrecen incluso una secretaria de nombre Siri capaz de aprender los hábitos del propietario del móvil y de darle conversación, llegado el caso. Y por supuesto, todos disponen de un lazarillo anclado al GPS que puede guiarnos de casa al trabajo y, si preciso fuere, buscarnos un ligue en las inmediaciones.

Milagro parece que el teléfono patentado por Graham Bell -aunque su inventor fuese el italiano Antonio Meucci- haya derivado en un aparatito de prestaciones tan portentosas como el móvil, del que casi hemos olvidado su función original. Lo cierto es que también sirve para hablar por teléfono, si bien esa es ya una más, y acaso no la más importante, entre el millón de utilidades que ofrece.

Todo esto le parecía poco, sin embargo, al japonés Tomotaka Takahashi, que pretende mejorar gracias a su Robohon el ya estrecho vínculo que une a los seres humanos con sus telefonillos móviles. Ingeniero experto en robótica, Takahashi se declara convencido de que los futuros celulares serán en realidad pequeños androides de bolsillo capaces de aliviarle su soledad a la gente.

Argumenta el ingenioso inventor en una entrevista concedida a la BBC que si podemos hablar "con tortugas, peces u osos de peluche, ¿por qué no hablar con nuestros teléfonos?". Lo de charlar con peces y tortugas quizá sea una rareza propia del Japón, pero aún resulta más asombroso que, en vez de hablar por teléfono, Takahashi nos proponga hablar directamente con el teléfono.

De ahí a convertir el móvil en nuestro confidente y animal de compañía no hay más que un breve escalón para Takahashi y un gran paso para la Humanidad. Solo es de esperar que el bueno de Robohon no ladre.

stylename="070_TXT_inf_01">anxelvence@gmail.com

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