Con el regreso de Fernando VII e influido por los absolutistas, en vez de jurar la Constitución de Cádiz de 1812, firma el 4 de mayo el decreto que declara nula la Constitución de 19 de Marzo de 1812, y disuelve las cortes nacionales. Con éste repentino cambio, se produce en toda España una persecución generalizada contra los liberales y con ello una gran inestabilidad, con continuas sublevaciones y pronunciamientos, empezando por el del 25 de septiembre de 1814 por el general Mina en Navarra, o la sublevación del general Porlier en A Coruña en 1815. Todo ello unido a la precaria situación que había quedado el país después del desgaste en la guerra contra los franceses, llevo a los vecinos de Marín, dada su inquietud e incertidumbre del futuro, a enviar numerosas súplicas, memoriales y recursos al rey, recabando soluciones a todos sus males.
En todos estos recursos se observa la actuación de los liberales, tratando de provocar la caída del régimen absolutista. Así el 1 de julio de 1814 protestaron al rey por el abuso que cometía del Priorato de Osera, al cobrar excesivos tributos, que los marinenses no podían pagar, y otros como la del Procurador sindico general de la Villa y Puerto de Marín dirige al rey, don Manuel de la Iglesia, solicitándole intervenga para que los impuestos fueran recortados por ser excesivos, y otros como Santos del Molino, en nombre de los vecinos de Marín, San Julián y Mogor. Protestas, recursos y suplicas que aunque se amparaban en los vecinos, el fin no era otro que quitarles a los monasterios su capacidad de recaudación para que cierto número de foreros, que ya percibían buenos intereses, aumentaran su recaudación.
De éste modo el movimiento liberal se inicia en Galicia el 21 de febrero en la Coruña, extendiéndose a Ferrol, Pontevedra y Vigo. En Marín, tal día como hoy 25 de febrero, se produce el pronunciamiento de los liberales marinenses, que al mando de Juan Fontenla y Sotelo, acto que se lleva a cabo en la Plaza del Reloj, que desde aquel momento se llamó Plaza de la Constitución, pronunciando un encendido discurso, y nombrando alcalde a José Añino, que era el juez de la Jurisdicción de Marín, que realiza desde el balcón del ayuntamiento, entonces en una edificación aneja a la iglesia, donde hoy está la fuente y el crucero.
El numerosísimo público allí congregado lo acogió con enorme entusiasmo y grandes aplausos. Al día siguiente una columna numerosa al mando del liberal Juan Fontenla, al que acompañaba Juan Gago de Mendoza y Salvador Martí, se desplazan a Pontevedra y en el campo de San José se produce el dialogo con el capitán del regimiento Sr, Montanero, llegando a un acuerdo de proclamar la Constitución de Cádiz, acto que se celebró con enorme entusiasmo y alegría al día siguiente 27 de Febrero. Esta fue la contribución de los marinenses a la causa liberal.
