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Reprobación de la Corporación al presidente del Gobierno

Los cien mil hijos "non gratos" de Fray Rosendo

Vaya por delante que la declaración de persona "non grata" al presidente del Gobierno por parte de la Alcaldía de Pontevedra me parece un gesto ridículo y paradójico. Ridículo, en cuanto a que solamente los diplomáticos extranjeros pueden ser declarados personas "non gratas", según el artículo 9 de la Convención de Viena de 1961 sobre relaciones diplomáticas. Y paradójico, porque solamente Rajoy puede, en España, declarar, legalmente y con efectos jurídicos inmediatos, persona "non grata" a alguien y más concretamente, ese alguien debe ser un agente diplomático. Además el Gobierno de la nación podría hacerlo sin tener que dar ningún tipo de explicación. En la práctica, solo suele aplicarse por actividades de espionaje, por no respetar las leyes del país donde el diplomático está acreditado, por actos graves o inamistosos del país de procedencia del diplomático en cuestión o por retorsión. Aunque en países con regímenes totalitarios o dictatoriales, las causas pueden ser mucho más flexibles. En definitiva es un acto radical y poco amistoso, que, pese a que en el caso que nos ocupa es puramente simbólico, me parece claramente criticable, pues por muy en desacuerdo que estemos con determinadas decisiones políticas hay cauces mucho más razonables para mostrar ese desacuerdo.

Pienso además que con este discutible simbolismo se ha hecho un flaco favor al tema de fondo que no es otro que la más que cuestionable política forestal gallega y el modelo de desarrollo basadas en plantas de celulosa.Modelo que gran número de países desarrollados han abandonado ya desde hace tiempo y que incluso en países con niveles de desarrollo inferiores al de España, como es el caso de Uruguay, por ejemplo, vienen siendo cuestionados desde amplios sectores, mostrando una madurez ecológica propia de los países más avanzados.

Por falta de espacio y pese a no ser un asunto menor no me referiré aquí a numerosos informes que relacionan la contaminación aérea de estas plantas procesadoras con diversas patologías, fundamentalmente de vías respiratorias. Puedo admitir, además, que la demostración de esa mayor incidencia es sin duda complicada. Pero al igual que ocurre con el calentamiento global -muy negado hace años por algunos y que hoy en día nadie serio lo pone en cuestión-, nadie niega actualmente el muy alto grado contaminante de estas fábricas de celulosa y la poca conveniencia de que las mismas estén situadas junto a áreas densamente pobladas, por mucho que las compañías se escuden en unos más que cuestionables límites de emisión.

Lo realmente grave, en el fondo, es que estas plantas industriales han promovido unas políticas forestales más propias de países en vías de desarrollo y que demuestran una nula sensibilidad medioambiental por parte de algunos ciudadanos y algunas administraciones. En un artículo publicado en estas mismas páginas en 2011 y titulado "¿Por qué el norte de España arde más que el sur?" señalaba que: "La introducción de eucaliptus australianos y pinos mediterráneos supuso una hecatombe ecológica para el monte gallego? El eucaliptus es un árbol de muy rápido crecimiento pero a costa de ingentes cantidades de agua, por tanto deseca la tierra donde es plantado, sus resinas y alcoholes tienen un efecto antibiótico que dificulta la germinación de otras plantas, su follaje no protege el suelo del viento y la lluvia potenciando la erosión, no repone los nutrientes y sus hojas, al ser ricas en aceites, son de fácil combustión".

En definitiva los ricos biotopos gallegos han sido sacrificados en aras de las rentabilidades económicas rápidas que promueve este modelo, sin percatarse de la gran pérdida que ello supone para el conjunto de ciudadanos. A nadie se le escapa que este modelo ha potenciado los incendios y la destrucción de los parajes naturales, lo cual por cierto tiene incidencia también en otras industrias como las turísticas. Las pocas zonas de la Galicia rural en donde aún quedan bosques autóctonos son infinitamente más bellas que esas otras de montes pelados o adornados con cientos de miles de palos blanquecinos y hojas acartonadas o esos paramos tipo "cocodrilo dundee" que nos rodean por doquier.

La culpa de todo esto, la tiene Fray Rosendo, un monje benedictino gallego, misionero en la Australia decimonónica y que introdujo el eucaliptus en Galicia. Pero ni siquiera él debería ser declarado persona "non grata". Mejor dejar eso para espías o diplomáticos intrigantes o escandalosos.

*Diplomático

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