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Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

Las actitudes

De modo que, sin otra pretensión que reflexionar, quizá no falten quienes opinen que hay gestos y actitudes que marcan la diferencia entre la sandez y el sentidiño y, al final, tal vez también en los resultados. Y si se toman como referencias de lo primero lo ocurrido en Pontevedra y de lo segundo las últimas decisiones adoptadas en la comarca de Vigo, la cosa puede quedar aún más clara.

Y es que mientras una corporación, la capitalina, insistía en insultar al jefe del Gobierno en funciones y radicalizar la brecha social que provoca la existencia de Ence, en el área de Vigo varios municipios y la Xunta sumaban esfuerzos para resolver problemas y crear una entidad que permitirá mejorar servicios colectivos y por tanto la vida de la gente. Y no se trata de comparar tanto los hechos como las actitudes para deducir como posible que entre otras causas por ellas -por las actitudes- una comarca ofrece más y mejores cifras macro y microeconómicas que la otra.

Hay más diferencias. Mientras en Pontevedra se declaraba persona "non grata" al señor Rajoy Brey -un gesto, pero que mezcla churras con merinas y demuestra pésima educación política y malas formas institucionales, que son parte clave del sistema- en Vigo varios concellos, de diferente "color" y una Xunta con sentido común colaboraban para superar desencuentros. No fue fácil -para ninguno- ni rápido, pero era lógico y lo hicieron.

Dicho eso, hay algo aún peor: que el conflicto de la presencia de Ence se enroca y no tiene argumentos nuevos. Y se resolverá cuando la factoría cierre, con el efecto de unos años -que no serán pocos: tantos al menos como los de la supuesta recuperación ecológica-, de empobrecimiento general. Por eso las diferencias económicas en la provincia se agrandarán.

No es una boutade: el Área viguesa mejorará sus servicios y su calidad de vida, mientras otros no tendrán otra opción razonable que unirse a esa conurbación. O en el caso de la capital, asumir el riesgo de convertirse en una aldea celta, que parece lo que desean gobernantes y parte de su oposición; la misma a la que el alcalde desprecia cuando dice que no acatará lo que decida.

De ahí las reflexiones, que no pretender ser más que una opinión aunque corran el riesgo, tal como está el patio capitalino, de malentenderse en el marco autoritario del "conmigo o contra mí" de algunos de los que forman el gobierno local. Un talante -que no talento- que, por cierto, es uno de los motivos que quizá haya impedido al BNG pontevedrés gobernar tantos años pero sin ganar más que una vez -y sin la mayoría absoluta- las elecciones municipales.

¿Eh...?

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