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Ceferino de Blas.

La magia del orden

Les ha cambiado la vida desde que alguien les descubrió el libro. Han hecho lo que estaba pendiente desde hace muchos años: ordenar la casa para ganar espacio. Porque la tesis es que en las viviendas sobran muchísimas cosas y hay que ser inmisericordes y desecharlas

Tras dedicar las horas precisas a leer el libro, llenos de energía, hay que empezar a deshacer armarios, siguiendo el método trazado por la maestra. Se saca prenda tras prenda, rodeados de grandes bolsas de la basura -bolsas industriales-, y se comienza a desechar todas aquellas que hace años no se utilizan y las que, por circunstancias del tallaje, se intuye que no van a volver a ponerse. También las que, aún siendo de marca, le sentarían mejor a algunos conocidos.

Después de varios bolsones de ropa, con la satisfacción de ver cómo han quedado los armarios, más ordenados, holgados y sencillos para encontrar con facilidad el conjunto apropiado, conviene reanudar con energía la tarea.

Tocan los zapatos, guardados en varios lugares, desde debajo de los sofás al zapatero. Y así sucesivamente, siempre con las bolsas de basura al lado. Seleccionado lo que se queda, todo cabe y está más visible.

Finalmente, los cajones y demás cobijos hogareños donde se guardan decenas de objetos inútiles, que nadie sabe por qué razón han llegado allí, cuándo y por qué se adquirieron, porque algunos asemejan adefesios que, a día de hoy, a nadie se le ocurriría haberlos adquirido y, mucho menos, tenerlos guardados. Incluso hay alguno que necesita una memorización detenida para descifrar de qué se trata.

Y aún falta, pero el primer resultado es magnífico: casi todo está más ordenado, lo que se ha desechado nunca más se echará en falta y, si así ocurriera, tampoco es ninguna tragedia el haber prescindido de ello, porque no se utilizaba desde hace tiempo.

¿Cuál es esa maravilla de libro que ha logrado el milagro? Se llama "La magia del orden", y su autora es la japonesa, Marie Kondo. No podía ser de otra nacionalidad.

Quien conozca Japón sabe que los nativos están acostumbrados a vivir con estrecheces de espacio. Menos de la mitad del territorio de España cobija a más de cien millones de nipones.

Son quienes han inventado las habitaciones cápsula y los tatami, en los que se duerme y a la mañana se doblan mantas y colchones para ordenar la estancia y ocuparla con otros objetos. Por eso dominan como nadie la magia del orden.

En nuestras casas, hay habitantes obsesos del orden, mejor dicho de la limpieza, porque persiguen con saña cualquier mácula perturbadora. Pero si se abren muebles y rincones puede aparecer de todo.

Se guarda para el futuro, lo que gusta, lo que no gusta pero se considera un despilfarro prescindir de ello, lo que ha quedado viejo pero no tanto, lo que se ha cambiado por otro más reciente. En fin, un montón de ropa y objetos, que ya no se pondrán nunca, y que solo esperan a una decisión o circunstancia -el cambio o arreglo de casa, que obliga a desecharlos-, para sacar las bolsas industriales de basura y prescindir de ello.

Hay libros de autoayuda que son un camelo, pero quien ha leído este asegura que le ha cambiado la vida. No solo porque todo está mejor ordenado en la casa, sino incluso porque le ha ayudado a ordenar el orden, se ha vuelto más cartesiano, concepto en el que prima la idea de la separación espacial de los objetos materiales.

Absténganse, por tanto, los espíritus hipercríticos de los libros que ayudan a vivir mejor, como el de referencia, que consigue que las casas estén mejor ordenadas y a eliminar objetos y vestimentas inútiles. Vivir ligero de equipaje es más gratificante.

Como es obvio, tras el éxito de Marie Kondo, han venido otros autores con libros como "organizar tu hogar en 30 días", pero es la antítesis del suyo, ya que la nipona dice que hay que hacerlo en un día o a todo más en tres. En caso contrario se acabará desistiendo y no habrá funcionado. Aunque cuentan que a una devota le sobraba tanto después de aplicar la magia del orden que hasta le sobró el marido.

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