Hace ya algunos meses publiqué un artículo titulado Implantología responsable. Recomendaba a los pacientes que antes de emprender cualquier terapia (y lo hago extensivo a otras disciplinas médicas) se informaran exhaustivamente del cómo, quién y cuándo de los actos médicos a realizar.

Hace escasamente 15 días saltaba la noticia de una cadena dental que ha dejado sin trabajo y sin cobrar a sus empleados, y sobre todo sin tratamiento a más de 3.000 pacientes que contrataron los servicios de la misma y/o bien pagaron por adelantado en efectivo o financiaron el tratamiento con un banco. Esta semana el bombazo de Vital-Dent abunda en nuestra teoría de la Odontología especulativa del coge el dinero y corre. La dinámica de pagos muy común, además, forma parte por desgracia de la estrategia comercial de muchas clínicas que centran sus ofertas y fundamentan su ¿éxito? en unas premisas: 1.º Marketing intensivo y muchas veces equívoco e incompleto. 2.º Anuncio de precios bajos y financiación en teoría favorable (con pagos por adelantado). 3.º Comerciales agresivos y bien entrenados en los centros dentales, que venden productos médicos como si fueran churros. 4.º Contratación de personajes famosos como "iconos" y que desde luego sus dientes no los arreglan en los lugares que publicitan.

Con todo esto el consumidor recibe impactos constantes que no se fundamentan en el prestigio de los profesionales que los van a atender sino en razones de índole más comercial que asistencial y, además, debo abundar que los profesionales que los atienden o rotan por los diferentes centros o terminan marchando a otros sitos cuando se dan cuenta que prima el volumen asistencial sobre la calidad del trabajo realizado. Este hecho último lo he podido contrastar con odontólogos que han dejado esos centros.

Luego, y una vez que el paciente entra en los centros, se le presenta el diagnóstico y pasa a manos del comercial, firma financiación y presupuesto sin haber recibido aún ningún servicio, muchas veces paga todo por adelantado y se convierte en acreedor del centro, pero también en un rehén del mismo, ya que si no está contento o no se siente bien atendido y quiere cambiar de clínica las dificultades para hacerlo son parecidas a cambiar de compañía de teléfono, se le ponen trabas, se le presiona, no se le facilitan ni sus fichas ni sus radiografías y hay veces que deben acudir a un notario para solicitarlas.

Es evidente que nadie que va a estos o a cualquier centro entra obligado y también lo es que el reclamo del precio y las teóricas facilidades son fundamentales en un momento de crisis especialmente severo con los servicios de Odontología fuera de la cobertura sanitaria pública en cuanto a técnicas reparativas o de reposición dental, pero este hecho no puede en modo alguno ser el pretexto de envolver al paciente en una tela de araña como ha ocurrido en otros foros con productos sanitarios y financieros que han dejado al cliente-paciente sin plumas y cacareando.

Desde mi punto de vista, ya largo en trayectoria y experiencia en el sector, tanto en la sanidad pública como en la privada, un potencial cliente de centros dentales debe recabar información suficiente del o de los profesionales que le van a atender sin dejarse llevar por el reclamo o icono publicitario, que es simplemente el artificio de enganche, deben preguntar qué tipo de tratamiento van a seguir y cuales los materiales o tipos de implantes elegidos, y desde luego no tomar el riesgo de los pagos por adelantado o en efectivo sin el oportuno recibo, y aún menos una financiación sin cláusulas que les protejan en caso de no querer seguir con sus tratamientos o con los profesionales de cualquier centro.

Sigo pensando, como ya expuse en un artículo anterior, que el mejor reclamo de un centro médico son sus profesionales y la memoria de sus resultados. Las redes sociales y medios de comunicación son legítimos y necesarios en este mundo globalizado donde tenemos la opción de elegir y contrastar y los profesionales darnos a conocer, pero con nitidez y sin publicidad incompleta o sesgada. Los más de 3.000 pacientes que se han quedado sin dinero y sin tratamiento en esa empresa dental promovida simplemente para la odontología especulativa, deben mover a la reflexión a los ciudadanos y a las autoridades a intentar vigilar con esmero esos procedimientos y por supuesto los Colegios Médicos y de Odontólogos velar por la salud y el bolsillo de los pacientes y no quedar como ocurrió por largo tiempo con el intrusismo como entes folclóricos y vacíos de contenido.

*Médico Estomatólogo