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OPINIÓN

Sospechosa equidistancia

El alcalde de Oporto, un tipo educado y con tirón en su ciudad (así lo dicen los votos), ha despreciado a Vigo de forma grave, arrogante y reiterada. El regidor vigués le ha exigido disculpas para retomar el diálogo. Uno criticó con saña y el otro se defendió con fuerza. Está claro. O no. Al menos para el señor Mao, quien mangonea el llamado Eixo y muestra una sospechosa equidistancia entre agresor y víctima. Por lo menos ya sabemos para qué vale ese fastuoso chiringuito atlántico que se pule cada año tres millones de euracos. O sea, sabemos que vale para poca cosa.

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