Comienza a haber humo entorno al Área Metropolitana y demasiado mensaje inacabado. Hay como una crispación no natural que produce recelos de que este proyecto aún no encontró toda su coherencia. Se pretenden tener competencias en la movilidad que corresponderían a un consorcio metropolitano, pero sin voluntad política de crearlo. Ni la propuesta de la Xunta es asequible por simpleza maquiavélica, ni tampoco es operativa la asunción de todas las competencias del transporte en la mesa de la autoridad metropolitana. En la actual fase de elaboración de un mini plan de movilidad metropolitana, no sería prudente anular todas las competencias de la Xunta sobre el transporte interurbano, y lo mismo ocurre con la pretensión de ceder las competencias del transporte urbano vigués.
Hay formas legales para presentar la reforma de la Ley del AMV, para dar cabida a la estructura del transporte y su financiación, sin comenzar la casa por el tejado. Veo un trasfondo que muestra la falta de interés en que la Ley sea aprobada. Veo mucho humo en aparentes discusiones. Parece que en el solar metropolitano sólo hay autobuses. Ya no hay sitio libre para los temas de peso económico, social y cultural que el Área requiere, sólo hay pronunciamientos técnicos de autobuses. Y mientras, la Ley espera su mejor momento electoral.
Todos los sectores sociales, económicos y culturales de esta enorme metrópoli están esperando una perspectiva audaz. Lo que debiera estar en la mesa de encuentro es el debate del cuadro de competencias del Área Metropolitana: planes de reindustrialización territorial y empleo, la definición de las reglas generales del urbanismo y los grandes principios de protección del paisaje, prevención de riesgos y seguridad, organización de los sistemas de distribución de agua, programas de viviendas sociales, coordinación sanitaria y educativa? Y, por supuesto, el Plan de Transporte integral como inicio de la futura constitución del Consorcio. Este proyecto se inscribe en la política ambiciosa de esta comunidad, de extender y modernizar su red de transporte público para poder cumplir los objetivos de desarrollo sostenible. La movilidad de los últimos cincuenta años nos dice que la actual telaraña del transporte interurbano no aguanta el peso de la demanda de viajeros que se nos viene encima. Hay que modificar trazados en la conexión de amplias zonas que siempre han estado aisladas dentro de este extenso conjunto territorial. Lo urgente es conectar los vectores que conducen el fluido que entra y sale de Vigo, empalmar lo urbano e interurbano, simplemente. Ese costo interurbano corresponde a la Xunta por competencia legal.
El AMV necesita tener altura de miras. No es una central administrativa intermunicipal para tramitar problemas menores. Nace para abordar la vocación de centralidad metropolitana, dando soporte a la gestión descentralizada de los concellos que forman parte de ella.
