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La libertad cuesta, más o menos, 1 euro

"The Independent" se convertirá en un mes en el primer diario británico que abandona la edición impresa y solo podrá leerse en Internet. ¿Es preocupante? Cada vez que aparece una de esas noticias, a los periodistas nos invade el mismo pánico que pudieron sufrir los copistas de los monasterios medievales cuando empezaron a oír hablar de una cosa llamada imprenta. Pero ese no es el problema. El problema no es el soporte. Vaya envuelta en celulosa o empaquetada en bits, una buena noticia siempre será una buena noticia: siempre excitará algo básico y distintivo del ser humano: la curiosidad, el interés, el ansia por saber más. Somos máquinas de conocimiento. Una buena noticia siempre ha vendido y siempre venderá. Que se lo digan a aquellos monjes: nunca se vendieron tantas Biblias como desde que llegó Guttemberg. Un notición, una historia bien contada, siempre vende.

Y ahí justo está el problema. Porque ¿quién quiere pagar hoy por las buenas noticias?

Hasta ahora las buenas noticias impresas en papel se financiaban a medias. Una parte la ponían las empresas que anunciaban sus productos en el diario. La publicidad cubría la mayor parte de los costes de producción. La otra, menor, la ponían los lectores, euro a euro, en el kiosco o a través de las suscripciones. "The Independent" tuvo que librar una guerra de precios del ejemplar a la baja con el "Times" de Murdoch (que diluía las pérdidas en su gran grupo de comunicación), luego acusó el golpe del extraordinario desplome de la publicidad en el Reino Unido (la inversión se ha reducido un 30% desde 2010) y, además, ha sufrido una deserción en masa de sus lectores en papel. "The Independent", que llegó a vender 423.000 ejemplares, ha caído hasta los 40.000 periódicos diarios.

Eso no quiere decir que hayan dejado de leerlo. Es justo al contrario. Su web tiene 2,8 millones de usuarios únicos diarios. Pero usuarios únicos que leen las noticias gratis y en un soporte donde los ingresos en publicidad no dan para sostener una plantilla tan nutrida como tenía la de la edición en papel. Por eso los dueños del diario (un millonario ruso ex de la KGB y su hijo, horror) ya se están planteando despedir a periodistas.

"The Independent" está atrapado en la paradoja que mina la profesión periodística en todo el mundo. Nunca hubo tanta gente leyendo tantos periódicos. Nunca se consumió tanta información, buena y mala, de manera tan obsesiva. Cierto, esta es la Edad de Oro del Periodismo. Pero al mismo tiempo nunca se impuso tanto esa cultura de la gratuidad, la creencia casi religiosa de que las noticias provienen de una especie demiurgo, de "La nube" como lo llaman de otra manera. Víctimas del mito moderno de las nuevas tecnologías, nunca los productores de esa información -sí, hay mujeres y hombres detrás de ese sumo hacedor- pasaron tantas horas devanándose los sesos para evitar acabar incluidos en el catálogo de especies en peligro de extinción.

Monetizar, monetizar, monetizar. Es la invocación -aún sin respuesta- que se repite en las redacciones. O, al menos, en las redacciones preocupadas por seguir ofreciendo información de calidad y no ecos banales de las redes sociales construidos mediante copia-pega. Monetizar (como hacen los panaderos, los médicos, los maestros, los guardias civiles? que cobran por su trabajo) para poder seguir pagando el talento y el tiempo de los periodistas. Del número suficiente de periodistas que puedan tratar de contener el chorro de mentiras y futilidades que invaden e infectan esta nueva economía mundial de colosos en la cúspide y hormigas en la base, sin capas medias que puedan articular un discurso crítico y ético. Monetizar para pagar a todas esas "moscas cojoneras" -no se me ocurre otra definición para un buen periodista- para que hagan su trabajo: primero, desconfiar; luego preguntar, luego volver a preguntar, más tarde volver a preguntar y finalmente escribir de una manera honesta, breve y comprensible qué está pasando el mundo y, sobre todo, por qué.

Si la libertad es elección y para elegir hay que conocer las opciones disponibles. ¿Cuánto pagaría usted por ser libre? Le doy una pista. Vaya a la cabecera de este periódico. Y lea donde dice "precio". Eso es lo que le cuesta a usted su libertad. ¿Es caro?

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