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Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

Las alarmas

A estas alturas, y comprobado que ninguna de las varias alarmas generales sobre la crisis demográfica ha funcionado, quizá sea tiempo de particularizarlas con mayor detalle para ver si de ese modo se consiguen resultados. Porque de seguir así, sin atenderse, lo más probable es que el anhelo de unos cuantos insensatos por corregir los defectos del sistema mediante el método radical de liquidarlo acabe por hacerse realidad.

Y es que la dimensión del problema rebasa no solo el marco en que suelen dibujarlo ciertos especialistas, sino que algunos de sus efectos concretos están apareciendo cuando aún no se esperaban. Lo que quiere decir no sólo que es peor de lo augurado sino que llegará antes de lo que se pensaba y por ello con daños mayores todavía. E insistir en ello no es crear alarma social sino colaborar en la creación de una conciencia colectiva que permita buscar remedios efectivos.

Ocurre que hasta ahora los grandes males advertidos eran los globales, desde el aviso de que llegaría el momento de que la población activa no sería bastante para atender las necesidades de las clases pasivas hasta la posibilidad de que el desigual reparto de los recursos disponibles llevaría a una especie de caos general y el fin del sistema económico y de la democracia, sustituida por el poder de los más fuertes.

Pero hay ya indicios de que eso no es un peligro teórico ad calendas graecas, sino que sus factores específicos están ahí. Y que solo hay que saber sumarlos para comprobar que los plazos corren más deprisa. En términos de Galicia, por ejemplo, la ONU situaba el riesgo para la subsistencia del país como tal a mediados de este siglo, pero parece ya un cálculo optimista.

La hipótesis, opinable, ha sido tratada por grupos de supuestos especialistas con desprecio, como ocurrió con la del cambio climático hasta que se hizo evidente. Y no busca desde luego provocar angustias o pánico: solo avisar de que esto, como aquello, ya está ahí y se nota sin que le reacción sea tangible. De hecho, en los pactos que hoy barajan los que buscan un pacto de gobierno para España la cuestión ni se menciona. Vaiche boa.

Se citaron indicios: en unas horas, los media publican que las Universidades gallegas perderán seis mil alumnos por desplome de la población joven; que un alto porcentaje de Concellos están despoblados y son incapaces de financiarse y que el abismo entre las dos Galicias, la litoral y la interior, la "rica" y la pobre, es cada vez mayor. Y no solo no hay soluciones: ni siquiera proyectos que permitan la esperanza. Por eso se concluye que, aparte de que manca finezza, falta Política.

¿O no...?

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