Ahora que el euribor está casi en negativo y que a Varela le entregan la posibilidad de romper una piñata con 4,3 millones de euros del crédito de Luz Salgada es hora de que se actúe con la máxima inteligencia política posible. Y para eso están los técnicos y asesores que saben como se pueden mover partidas para hacer algo útil con los fondos públicos.
No vale la excusa de los capítulos cerrados. Las modificaciones están a la orden del día en todos los ayuntamientos. Y Vilagarcía tiene mucho en qué invertir porque hay muchos problemas a resolver y Varela presuma de ideas.
Una de las inexcusables son las inundaciones en Rey Daviña y alrededores. De todos es sabido lo de la capa freática por debajo del nivel del mar, pero también que hay soluciones técnicas, costosas eso sí, para corregir la situación.
Los comerciantes de esta zona no tienen que ser los paganos de la desidia de sus gobernantes, que ni siquiera en los momentos más complicados se interesan por la catástrofe que cada invierno les causan las infraestructuras municipales. Es que ni siquiera van por allí a verles.
El abandono de estas obligaciones implica que los comerciantes sufran pérdidas en todos los sentidos. Y da igual que tengan seguro o no. La póliza no cubre el disgusto ni tampoco el tiempo que tienen que perder, ni lo que dejan de ingresar porque los clientes ni se acercan por sus establecimientos.
El problema también es extensible a edificios públicos como la Casa de Cultura que se inunda a la par que los demás bajos de Rey Daviña. En este caso es patrimonio de todos los vilagarcianos como lo es el hecho de que haya que dedicar funcionarios a tareas que surgen por la desidia de no acometer un proyecto de tanta relevancia para la ciudad.
Actuar de inmediato en este lugar debería ser una prioridad para la Administración, una obligación que no puede esperar más tiempo. El Consorcio de Seguros ya ha tenido que pagar varios millones de euros por los destrozos que ha causado el agua en Vilagarcía desde aquel tremendo diluvio de 2006.
Y todo porque los gobiernos no quieren corregir un problema que tiene solución. Y que ahora se puede amortizar en cómodos plazos.
