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análisis

La cocina estadística de Pekín

La poca fiabilidad de los datos económicos chinos eleva la desconfianza

La duda agita los mercados: ¿Lo de China es o no un aterrizaje suave? Las estadísticas oficiales de Pekín dicen que el producto interior bruto (PIB) del gigante asiático, que intenta virar hacia un modelo más equilibrado (menos dependiente de la exportación y de la inversión y con más peso del consumo), creció el 6,9% el pasado año. Así que, aunque se trate del menor crecimiento en cuarto de siglo, se puede hablar de aterrizaje suave: la economía china se desaceleró cinco décimas, desde el 7,4% de 2014 al 6,9% de 2015.

Pero para creer que es así hay que tener fe en las estadísticas de Pekín, y esa fe escasea entre los académicos y también entre los inversores. El comportamiento de China inquieta por su colosal impacto global -es la mayor fábrica del mundo, el mayor acreedor del mundo, el país más poblado del mundo, la mayor dictadura del mundo...-, pero también porque no se conoce con certeza la dimensión de lo que está pasando allí.

A los economistas y sociólogos les escama a menudo que los datos de crecimiento y otros sobre China coincidan prácticamente al milímetro con las previsiones de la Administración, un primer indicio de cómo funciona la cocina estadística. Los datos coyunturales más pegados al terreno, y por ello más difíciles de cocinar, revelan además inconsistencias. Un ejemplo: el pasado octubre, el Consejo de Electricidad de China rebajó al 1% la previsión de crecimiento del consumo eléctrico para 2015 y las primeras estimaciones del cierre del año lo sitúan en torno al 0,7%. ¿Cómo es posible que la economía crezca el 6,9% cuando el consumo eléctrico está prácticamente estancado? Suena imposible en uno de los países del mundo donde la intensidad energética (consumo de energía por unidad de PIB) es más alto.

Según una revelación de Wikileaks, Li Keqiang, hoy primer ministro de China, consideraba poco fiables las estadísticas oficiales del país cuando era responsable del Partido Comunista en una de las provincias y se mostraba partidario de fijarse en indicadores directos como el consumo eléctrico, el tráfico de mercancías por ferrocarril y los créditos. A partir de aquello se empezó a manejar también en Occidente lo que se vino en llamar el índice Keqiang. Según una de sus versiones, el crecimiento de China estuvo durante todo 2015 por debajo del que señalan las cuentas oficiales del PIB. Existe el riesgo de que el aterrizaje sea más brusco y así estaría cotizando en los mercados.

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