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Ánxel Vence.

Crónicas galantes

Ánxel Vence

El fútbol español habla chino

Cuarenta y dos millones de euros acaba de pagar, billete sobre billete, un club de fútbol de China por el jugador Jackson Martínez del Atlético de Madrid. Los chinos ya habían comprado empresas, edificios, polígonos industriales y hasta una porción de la deuda soberana de España; pero este fichaje es lo que de verdad confirma -por si hiciera falta- su estatus de potencia mundial. Cualquier día se llevan a Ronaldo, o a Nolito.

Chinos y rusos estaban siempre a punto de invadirnos durante los azarosos años de la Guerra Fría, aunque nadie sospechó que fuesen a hacerlo por métodos tan pacíficos -si bien crueles- como los que ahora emplean los de Pekín.

Primero nos lo vendieron todo a cien y ahora nos están echando a pique las bolsas con el frenazo de su economía. Ya solo faltaba que se quedasen con nuestros equipos de fútbol, que son el último bastión de resistencia de Occidente.

La antigua república de Mao ha prosperado lo bastante como para pagarse su propia Liga balompédica, que es una señal de riqueza en cualquier país con aspiraciones. Y de ahí a comerle la tostada a la Liga BBVA o a la Premier no hay más que un paso.

Hasta el momento, los chinos habían conseguido que los partidos se jugasen a horas tan extravagantes como las doce de la mañana, las cuatro de la tarde o las diez de la noche. Quizá lo exigiesen así el cambio horario y la necesidad de atender a la formidable afición de los países asiáticos.

Ahora optan directamente por la compra de clubes y los fichajes de jugadores a precio astronómico, sobrados como van de cash. El caso antes citado de Jackson Martínez resulta todo un síntoma, si se tiene en cuenta que el Atlético de Madrid -club vendedor- pertenece ya en un 20 por ciento al magnate chino Wang Jianlin, propietario del Grupo Wanda.

Tampoco ha de resultar casual que el Guangzhou Evergrande, equipo campeón de China que se ha llevado a Martínez, sea propiedad de una inmobiliaria. Hasta en estos pequeños detalles van tomando ejemplo los chinos del fútbol español, en el que no es raro que los presidentes procedan del negocio de la construcción como Florentino Pérez o, en su día, Jesús Gil o José Luis Núñez.

Millonarios y comunistas a la vez, los jerarcas asiáticos de las finanzas no solo se limitan a fichar jugadores, cuando disponen de dinero suficiente para comprar clubes al completo. El Rastar Group de Cantón adquirió hace nada el Espanyol de Barcelona, llave en mano; del mismo modo que el magnate Peter Lim -de Singapur, aunque de origen chino- se había hecho antes con la propiedad del Valencia. Y a ello hay que añadir aún los contratos publicitarios suscritos por empresas chinas con al menos una decena de los clubes españoles de Primera.

Nada de esto hizo perder a los aficionados la ilusión por los colores de su equipo, si bien los chinos deberán afinar aún sus conocimientos en materia de balompié a juzgar por el pésimo desempeño en la Liga de los equipos que han comprado.

Podría ser peor. Medio en broma, medio en serio, un grupo de capitalistas chinos estudió años atrás la posibilidad de comprar la República de Islandia aprovechando que el país es pequeño y había caído en bancarrota. Aquí no han llegado a tanto y por lo de ahora se conforman con echarles el guante a los equipos de la Liga. Igual se han enterado de que el fútbol es en España un asunto de interés nacional.

stylename="070_TXT_inf_01">anxelvence@gmail.com

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