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Antonio Touriño

El timón

Antonio Touriño

De Ravella a Castelao

Que pena da pasear por Vilagarcía. La ciudad se deja llevar por el abandono, la falta de mantenimiento, la suciedad y las ruínas. Hace solo unos días la oficina de ARI alertaba de la precaria situación de más de 1.600 viviendas en los cascos históricos de Vilaxoán, Carril y del centro, de las que casi un centenar están en la más absoluta ruina.

Del rural es casi mejor no hablar. Su estado es casi selvático y solo mejora en ocasiones gracias a los desbrozados obligatorios en carreteras generales.

Cierto que muchas veces la culpa es de los particulares, de propietarios que abandonan las fincas a su suerte y permiten que la maleza invada todo.

Pero la administración es especialmente responsable de la falta de mantenimiento de los espacios públicos.

No basta con podas sistemáticas en los jardines céntricos como el que ayer se llevó a cabo en la plaza de España. Y tampoco sirve la excusa de que no haydinero para eludir la responsabilidad de tener la ciudad como una patena, sin que sea necesario convocar a los universitarios para un zafarrancho con las escobas.

Es del todo inaceptable que la principal travesía de la ciudad, la de Valle Inclán, recientemente desdoblada y con cuatro carriles, se encuentre en un estado de abandono tan lamentable. Las zarzas, suciedad y maleza invaden sus aceras; los charcos son tremendos en el camino de la orilla izquierda de O Con, los baches del asfalto deslucen la flamante obra... En suma, una calamidad que persiste porque los gobernantes solo caminan de Ravella a Castelao.

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