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Irracional veto

Una popular frase hecha dice que hay razones que el corazón no entiende; lo que implica que al órgano cardiaco le resulte aún más difícil comprender las sinrazones. Es precisamente esta circunstancia la que en estos momentos vivimos en Vigo, al oponerse un grupo político a que superemos la nefasta valla colocada por la anulación del PXOM y se pueda llevar a buen término un puñado de proyectos de vital importancia para nuestra ciudad; tales como la ampliación de la factoría Citroën, la racional conclusión de la estación intermodal de Urzáiz, o la construcción de la novedosa sede de la Ciudad de la Justicia. Sin duda justificada la congoja de los corazones vigueses.

Desde tal angustiado sentimiento cuesta admitir que no hayan tenido un momento de breve reflexión para sopesar las graves consecuencias del despropósito, porque para disuadirse bastaría imaginar durante un instante lo que supondría para Vigo quedarse sin la factoría de Citroën y, sin desmerecer, privarnos de una terminal ferroviaria que cuente con una estación de autobuses y que a su culminación ofrezca una amplia superficie comercial y una espléndida plaza-mirador sobre la Ría, así como no llevar a cabo la construcción del edificio de la Ciudad de la Justicia para acabar con la actual penuria de espacios en las dependencias judiciales.

Y como justificación no vale escudarse con alusiones a aspectos legales, porque llueve sobre mojado y no hace mucho tiempo, estando en vigor el anulado PXOM, el grupo e Mareas ya se opuso a que se facilitasen terrenos a Citroën para la ampliación de su factoría; defendiendo su postura con un alegato tan pueril como la posibilidad de que en algún momento la factoría abandonase Vigo. Colosal boutade con absurda argumentación, porque es de aplastante lógica que el hipotético riesgo de tal eventualidad estaría siempre en razón inversa al volumen de la inversión

¡Cousas veredes! Porque si la anulación del PXOM nos había sumido en un oscuro túnel de impotencia, cuando se nos ofrece un esperanzador rayo luminoso, interiormente surge el irracional veto a una fórmula que mediante modificaciones en la Lei do Solo podría sacarnos del marasmo. Fórmula que por otro lado y como rara avis cuenta con el consenso de Ministerio de Fomento, la Xunta de Galicia y el Concello de Vigo. Inadmisible, pues, que se trate de adensar la nube de la generalizada crisis, precisamente cuando empieza a disiparse.

Podría añadirse, además, que están cometiendo un fraude con sus electores, porque es presumible que la mayoría no daría su voto a un programa que defendiera una obstrucción de directo impacto en la pérdida de puestos de trabajo y en la decreciente curva en la generación de riqueza. Siendo así, no parece arriesgado vaticinar que, en su día, las urnas, como quijote desfacedor de entuertos, pongan a cada uno en su lugar. Pero como Vigo no puede permitirse tal retraso ni soportar sus consecuencias, es necesario aglutinar imaginaciones y con denodado esfuerzo buscar caminos alternativos para alcanzar una deseada y lícita meta

Y aunque sería deseable que el Sr. Beiras atendiese las justas razones que le expone nuestro Alcalde y reservase su veto para mejor ocasión, no puede esperarse con optimismo una respuesta favorable. No se puede negar que deban escucharse todas las opiniones, pero hay casos, como sucede con este irracional veto, en que es necesario marcar una línea roja que no se puede rebasar. En este sentido y con el máximo respeto a las minorías, no es admisible que tal respeto se sustente con el desprecio de las mayorías.

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