Han pasado ya cuarenta días desde la celebración de las elecciones generales y novedades, lo que se dice novedades, sobre la gobernabilidad del país, no ha habido ninguna. Ruido, sí, mucho. Declaraciones de todo tipo, acusaciones varias, constitución del Congreso y del Senado con polémicas para todos los gustos, audiencias a pares del Rey con los portavoces de los diversos partidos parlamentarios, pero resultados, cero. Nada de nada. Y el tiempo pasa.

El ganador de las elecciones del 20 de diciembre fue el PP, pero que haya o no gobierno en España en las próximas semanas dependerá del PSOE. Esa es la realidad. El segundo partido en número de escaños tiene la llave del poder. Por eso era tan importante la reunión de ayer del comité federal socialista.

Por si no había quedado claro en la celebrada el 28 de diciembre, el máximo órgano de decisión entre congresos del PSOE ratificó la negativa a permitir, por activa o por pasiva, que Mariano Rajoy vuelva a ser presidente. Es decir, que al líder del PP no le salen las cuentas, por lo que lo más probable es que renuncie a presentarse como candidato en el debate de investidura.

Y ahí queda en solitario el socialista Pedro Sánchez en busca de un acuerdo con otras fuerzas políticas que le permita acceder a la Presidencia del Gobierno. Hasta dónde puede llegar en ese acercamiento a Podemos, fundamentalmente, a Ciudadanos o a otros partidos es una incógnita. Ciertamente su partido le puso algunas líneas rojas, pero que han quedado algo difuminadas, a la espera, por supuesto, de cuáles sean las exigencias de sus interlocutores, de las prioridades especialmente de Pablo Iglesias.

El comité federal del PSOE de ayer confunde más que aclara. Todos juegan a varias cartas. Y eso es así porque Pedro Sánchez y la mayoría de los barones regionales del partido no piensan de la misma manera, pero al mismo tiempo evitan hacer públicas sus discrepancias en estos momentos. Por ejemplo, es de sobra conocido que tanto la presidenta de Andalucía, Susana Díaz, como el del Principado, Javier Fernández, mantienen unas muy tirantes relaciones con Podemos (la andaluza lo quiso dejar bien patente ayer antes del inicio del comité federal) y por eso no creen ni ven posible un acuerdo de gobierno con el partido morado. Así y todo dejan hacer a Sánchez.

Pero es que, además, hasta ahora ni el propio Pedro Sánchez ha hecho ningún acercamiento serio a Pablo Iglesias. Y este, más que aproximarse a los socialistas, parece que lo que buscaba era un enfrentamiento cuando se propuso como vicepresidente de un gobierno de coalición PSOE-Podemos y casi exigió para su gente unos ministerios determinados, y sin negociación programática alguna con carácter previo.

La confusión en el escenario político español es, como se aprecia, evidente. Y eso sin entrar a analizar el posible papel a desempeñar por los grupos independentistas o nacionalistas en un posible acuerdo de fuerzas progresistas. En las actuales circunstancias ¿alguien podía pensar que el comité federal socialista iba a ser más concreto? Están como para ponerse a pensar ahora en el PSOE si un hipotético pacto con Podemos debe ser refrendado antes por los militantes en su conjunto o por el comité federal.