La Ley 2/2013, que modificó la Ley de Costas, abrió una nueva opción sobre el futuro de la fábrica que hasta la fecha de su publicación nunca se había podido barajar. Surgía así la posibilidad de una prórroga. Hasta entonces el debate pivotaba sobre si era o no posible el traslado. Desde el Partido Popular creíamos en esa opción y trabajamos sobre ella. Y seguiríamos haciéndolo hasta la extenuación con tal de salvar para nuestros vecinos la prosperidad económica que una factoría como la de Ence conlleva. Pero se declaró inviable e imposible. Partíamos de la premisa de que si la empresa no se quería mover nadie la podía obligar.
La ley cambió y se abrió otra opción. Ante ello, inicié un largo período de siete meses consultando a colectivos vecinales, comunidades de montes, asociaciones empresariales, sindicatos y personas particulares de todos los signos políticos; fue un trabajo laborioso y llevado a cabo en silencio, lejos de las cámaras y los micrófonos. La conclusión era contundente: el 90 por ciento, ante la opción del cierre o la continuidad, confesó que ante ese dilema preferían la continuidad, y lo decían pensando en los trabajadores. Eso sí, añadían la mayoría que Ence tendría que mejorar notablemente sus condiciones medioambientales y crear más empleo. Por eso cuando en el mes de marzo anuncié públicamente mi postura sobre la prórroga, lo hice con pleno convencimiento no solo de estar apostando por la decisión más conveniente para el interés general de Pontevedra, de la comarca y de Galicia, sino también por la que resultaba más compartida por los pontevedreses. Entiendo que haya voces discordantes con esta opinión, y las respeto. Es lógico, porque nadie en Pontevedra permanece neutral ante este tema, pero no debemos perder de vista que las administraciones deben buscar siempre tomar las mejores decisiones para el interés general, que no es una suma de intereses particulares sino lo que estratégicamente más contribuye al bien común.
En todo caso, este debate no habría existido si en el año 2008 el BNG y el PSOE desde la Xunta se le hubiera denegado la Autorización Ambiental Integrada a Ence. La fábrica habría tenido que parar su actividad y cerrar, y no se habría legado al gobierno actual la responsabilidad de tomar una decisión sobre el futuro de la fábrica, porque ya no habría fábrica. Produce estupor ver ahora a representantes del BNG y del PSOE clamar contra la decisión de la prórroga cuando fueron precisamente ellos quienes le dieron el ok ambiental bajo el cual Ence ha seguido funcionando hasta la actualidad; quienes certificaron que Ence cumple toda la normativa legal dicen ahora que Ence supone un atentado medioambiental. ¿Cuándo nos mentían, antes o ahora? El alcalde sigue jugando pero el abuso de la demagogia comienza a pasarle factura. Hace unos días representantes del sector del marisqueo le dieron toda una lección al alcalde al pararle los pies y espetarle en sus narices y ante los periodistas que quien perjudica su trabajo no es Ence sino la depuradora de aguas residuales. Yo añadiría que también los vertidos de fecales al río y a la ría que siguen existiendo mientras el gobierno local mira para otro lado, y mientras perdura la osadía de Lores de seguir manteniendo en la Avenida de Marín una placa colocada en el año 2006 en la que el Alcalde daba por inaugurado "el saneamiento del río, de la ría y de la Xunqueira de Alba". ¿De qué saneamiento habla con todos los vertidos que hay?
A partir de ahora, tomada la decisión de la prórroga y despejadas las incertidumbres, Ence ya no tiene excusa para iniciar nuevas inversiones que generen empleo y actividad económica. En eso es en lo que nos debemos centrar a partir de ahora. Las discusiones y los intentos de nuestro Alcalde por enfrentar a los vecinos no generan empleo ni bienestar, sino solo malestar. Si quiere seguir con su demagogia, que siga. Nosotros a lo nuestro: el empleo y el futuro.
* Portavoz del grupo municipal del PP.
