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Conviene que lo vayan sabiendo

Hace casi 60 años, un régimen fascista decidió instalar en las marismas de Lourizán una fábrica de pasta de papel kraft. Eran tiempos oscuros, difíciles, en los cuales libertad era una palabra que solo se decía bajito y en privado. Donde discrepar de las decisiones del régimen te llevaba a la cárcel y al repudio social. Y aún así, los habitantes de Pontevedra mostraron su rechazo a las intenciones del gobierno franquista.

Hubo manifestaciones, golpes y detenidos. Hubo oposición a algo que ya se vislumbraba entonces como dañino y perjudicial. Ni los argumentos ni la fuerza convencieron nunca a los vecinos de las bondades de la destrucción de más de 600.000 metros cuadrados de paraje natural para convertirlo en un estercolero. Y bautizaron como "la Peideira" al engendro que fue surgiendo de los rellenos que acababan con la marisma.

La represión del Régimen nunca pudo evitar la indignación por la destrucción de las marismas y la Ría. Una destrucción sistemática, consentida y amparada por los poderes públicos.

Con la llegada de la Transición democrática, las miles y miles de voces que venían hablando en susurros, comenzaron a gritar, a protestar y a denunciar. El clamor contra los desmanes de una empresa llena de soberbia se fue haciendo cada vez mayor. Los olores, la contaminación, el destrozo urbanístico, la pérdida de valor de nuestra ría, ya no eran cuestiones que se debatían en la clandestinidad. Ahora, ya se hablaban a cara descubierta. Había que luchar por sacar de la ría a quien la estaba matando.

En 1988 se aprobaron la Ley y el Reglamento de Costas. Y un resquicio de esperanza se fue abriendo camino. Por fin había una fecha para la recuperación de las marismas: julio de 2018. Demasiado tiempo, es verdad, pero ya teníamos un horizonte. Y seguimos peleando, insistiendo, denunciando los incumplimientos y la prepotencia de quien se creía dueña de nuestro mar.

Cada uno luchaba a su manera. Unos en la calle protestando incansablemente. Otros denunciando los incumplimientos. Otros decidimos usar al sistema judicial y la ley para demostrar que la empresa en su soberbia había incumplido las cláusulas de la concesión y por lo tanto la Administración estaba obligada a actuar. Diferentes fórmulas y un solo fin: volver a ver nuestras marismas, recuperarlas para todos. Y en todo este recorrido, la empresa siempre encontró una mano amiga en la derecha política y económica que justificó y encubrió sin rubor sus incumplimientos, aceptó los chantajes y aplaudió la prepotencia.

Y entonces, esa derecha que tanto había colaborado con los intereses empresariales a espaldas de los ciudadanos, colocó a un presidente del Gobierno de Pontevedra en la Moncloa. No lo dudaron. Era su momento. Y sin el más mínimo remordimiento procedieron a modificar la Ley. Desapareció 2018. Todo quedaba abierto. Ríos de indignación en una ciudad ya indignada. A pesar de la oposición de todo el mundo, la reforma salió adelante en la soledad de la mayoría absoluta del PP.

Volvieron las elecciones y el PP perdió su mayoría absoluta. Las posibilidades del vecino de Pontevedra de seguir gobernando se volvieron nulas. Pero antes de apagar las luces de su despacho, no se olvidó de pagar algunos favores. Así que sin el menor remordimiento, en el tiempo de descuento, utilizó el BOE para regalarle 60 años más a sus amigos de ENCE.

Estos días hemos agotado los calificativos. Hemos recorrido el camino desde el asombro y la tristeza hasta la rabia y la indignación. Hemos sido insultados, han intentado humillarnos intentando justificar una decisión apelando al desempleo. Nos han pintado un panorama oscuro y tenebroso en caso de cierre de la fábrica. Mienten. Con la impunidad que creen que les da el poder y el dinero. Pretenden encubrir una estafa política, una indignidad moral hablándonos de puestos de trabajo y de actividad económica. Y mienten. Ellos y nosotros lo sabemos.

Los Socialistas, como el pueblo de Pontevedra, sabemos que nos engañan, que hay un futuro mucho mejor esperándonos con la recuperación de nuestro mar. Futuro de trabajo, de desarrollo, de turismo, de calidad de vida. Sabemos que nos cuentan cuentos para seguir contando sus beneficios.

Tarde o temprano, los ciudadanos le exigirán al PP explicaciones por abandonar los intereses de los vecinos y abrazar los de la empresa. Las mujeres y hombres de Pontevedra no van a olvidar como un partido y dos gobiernos los traicionaron.

El viernes, los Socialistas estuvimos en la calle, con los vecinos, defendiendo aquello en lo que creemos: La Ría es de todos. El mar es de todos. Y lo reclamamos para todos. Estaremos las veces que haga falta y gritaremos todo lo fuerte que podamos. Y estaremos en las instituciones, y en los juzgados. En cualquier sitio donde se nos escuche. Y ofreceremos soluciones y alternativas.

No nos van a convencer porque la razón está de nuestro lado. Ni nos van a vencer porque somos inmensa mayoría. Conviene que lo vayan sabiendo.

*Portavoz del grupo municipal del PSdeG-PSOE.

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