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Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

Las canonjías

Pues la verdad es que, dicho sea sin ánimo malevolente, no parece idóneo el momento escogido para dar a conocer que la Xunta aumentará la financiación hasta dos millones de euros anuales a los partidos. Cierto que es el efecto de la nueva financiación, pero aún así habrá que explicárselo muy bien a los muchos parados que aún hay en Galicia y a los que, pese a las mejoras anunciadas, apenas les llega lo que perciben para lograr aquello que se llamó, con malsana ironía, lo de la "sopa boba".

Se dice lo del mal momento porque la noticia coincide con la bronca derivada de los resultados electorales y que demuestra que la cuestión de fondo de las gentes del oficio político no es el interés general, sino en unos casos permanecer en el poder a toda costa y en otros conseguirlo "como sea", una filosofía que reinventó Zapatero y que tanto daño hizo a su imagen y la de su entorno.

A los políticos en su conjunto -aunque debe reconocerse que generalizar es malo- les molesta que se publique ese tipo de noticias porque creen -la mala conciencia es casi imposible de ocultar- que contribuye a empeorar aún más su imagen ante la ciudadanía. Algo que seguramente es cierto -que la empeora-, pero no solo porque le aumenten la financiación a los partidos, sino porque eso es a mayores de otros muchos privilegios que el oficio conlleva.

La linea de defensa dialéctica con la que replican a datos como que se les pagan viajes, dietas, móviles y hasta los aparcamientos de sus vehículos es que todo ello supone "demagogia" de quienes quieren cargarse el sistema democrático. Una réplica que encierra la paradoja de que el deterioro no viene de las canonjías, sino de que se perciban desde siempre. O casi.

Esas cifras y unas cuantas más repartidas en diferentes conceptos -aparte de unos sueldos muy superiores a la media de sus representados- es el motivo por el que PP y PSOE nunca han planteado una Ley de Financiación de Partidos moderna y eficaz. Y probablemente también el motivo por el que las llamadas fuerzas emergentes ni siquiera lo han citado entre sus propósitos.

Y es una exigencia inaplazable, junto a otras como una nueva Ley Electoral o ciertas reformas constitucionales no para liquidar la vigente de 1978, sino para actualizarla y mejorarla. Pero una vez más, los que en estos días demuestran lo que de verdad pretenden con sus aritméticas tienen, les guste o no, algo en común: un orden de prioridades cuyos primeros lugares ocupan las partes y sus intereses y no el todo del bien general. Eso no se da en los países de auténtica tradición y cultura democrática, y por eso Spain is different y le va como le va. ¿O no...?

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