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Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

El debate

De modo que, acaso por eso de que a quien madruga Dios le ayuda -aunque en organizaciones agnósticas no resulte de aplicación-, una parte de la izquierda gallega parece haber iniciado ya la precampaña de cara a las elecciones autonómicas, de las que por cierto se desconoce la fecha. Y parece hacerlo pensando más en ella que en el país, como otras veces, lo que permite augurar un mal resultado para todos.

Los pioneros han sido los del Bloque, como corresponde a los únicos que realmente admiten su derrota. Pero lejos de abrir el debate preguntándose por qué pasó lo que pasó, parecen optar por una estrofa menor, la de rectificarlo a través de la confluencia, o no, con sus hasta ayer enconados rivales de Marea. Y eso pese a que la autoproclamada "fuerza emergente", que logró excelentes cifras para un debutante, sigue instalada en la indefinición.

Dicho eso, y aunque naturalmente hay otras opiniones, quizá no estorbe recordar que lo que este antiguo Reino necesita ante todo -especialmente cuando pase la fiebre actual- son ideas más que eslóganes y la experiencia que, incluso con errores, proporciona el tiempo y la actividad. Y en el caso del Bloque muy probablemente una refundación que implique modernidad. Y no se trata de hacer juegos de palabras.

En esa línea de conservar lo que vale la pena -sin nostalgias ni melancolía- reconociendo y corrigiendo cuanto se ha hecho mal, es necesario no olvidar que el papel del BNG ha sido clave en la estabilidad política y social de Galicia. Molesto a veces para muchos -y por ello malparado por diferentes instancias, entre ellas una parte de la mediática-, sigue siendo necesario.

Esa necesidad será especialmente clara cuando entienda -y aplique- que hay más gallegos galleguistas que nacionalistas -y muchos más que soberanistas-, hoy huérfanos de siglas y a parte de los que podría recuperar. De algún modo lo que en su día defendió un Beiras más joven, después Anxo Quintana y no hace demasiado pareció asumir también Xavier Vence.

Las ventajas inmediatas de esa estrategia serán probablemente menores que una alianza con los populismos que impregnan las opciones en ese segmento. Pero esa es una ventaja mayor en teoría para gobernar el Estado que Galicia, sobre todo cuando el componente de Podemos, ebrio de éxito, decida jugar a lo suyo, si es que en un plazo razonable acuerda en qué consiste exactamente.

(De la otra izquierda, el PSOE -lo del PSdeG ya no lo usa ni su aún teórico líder Besteiro- habrá que hablar otro día. Pero no son pocos los que opinan que, tal como va el asunto, no merece la pena.

¿O sí...?

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