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Antonio Touriño

El mirador de Lobeira

Antonio Touriño

Es hora de que Vilagarcía se despierte

Alberto Varela se ha dado cuenta, por fin, de que gobierna en minoría y es que eso, precisamente, es lo que querían los vilagarcianos aquel ya lejano 24 de mayo, superado luego por otras elecciones de mayor calado geográfico, en las que también se ha expresado la voluntad popular en un sentido muy parecido.

Los ciudadanos estaban hartos de gobiernos absolutistas, aunque sean municipales, en los que resulta muy fácil aplicar el rodillo de la mayoría absoluta, el de la política del ordeno y mando porque los resultados me respaldan.

Pero ya no es así. La célula de Vilagarcía también se rebeló ante una situación que han soportado en el último cuarto de siglo, cuando los ciudadanos solo tenían derechos el día de las elecciones. Y sanseacabó pues los cuatro años restantes ni siquiera les ha valido el pataleo.

Los resultados del 24-M, como luego los del 20-D, han invertido la situación. Y aunque es verdad que ahora le corresponde hablar a sus representantes, el gobierno tendrá que ceder a sus impulsos y la prepotencia que les caracterizaba cuando tenían la sartén por el mango.

La política de mano tendida es la base de la democracia, tanto a nivel nacional como local. Nadie dice que las decisiones convenzan a todos pero si deben hacerlo al mayor número de ciudadanos posible.

Es bueno que el gobierno incorpore ideas de los demás, que escuche razones, que guíe al pueblo por el buen camino. En suma, satisfacer a unos y a otros para que al final se cumpla con el mandato popular. Gobernar en contra del pueblo es un enorme error, que al final solo conduce a una administración errática.

Varela acierta cuando cede ante la izquierda. Tardó demasiado tiempo y como dice Fole se han desaprovechado 200 días en la ciudad.

Vilagarcía tiene la oportunidad de arrancar de nuevo. Ir hacia adelante porque eso es lo que quieren los vecinos y olvidarse de rencillas del pasado.

El jueves debería aprobarse el Presupuesto para que no pase ni un solo día más con excusas baladíes que solo van en detrimento de una ciudad que lleva años en estado de hibernación.

Los vilagarcianos se merecen el respeto de quienes les gobernarán en este final de década.

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