Esta semana se ha producido un debate en el Parlamento gallego sobre el alcance de los recortes en las universidades públicas gallegas. No es un debate sencillo de zanjar, porque se pueden utilizar indicadores diferentes, porque existe cierto retraso en la publicación de la información y porque no existe una fuente oficial que ofrezca información detallada y homogénea para el conjunto de autonomías. Dicho lo anterior, mi relato de lo ocurrido en Galicia, enmarcado en lo sucedido en el conjunto de España, es el siguiente.
Las universidades gallegas han experimentado recortes sustanciales desde 2009; han sufrido las decisiones ministeriales que afectan, en particular y de forma intensa, a la contratación de personal y la financiación de la investigación; y han soportado una política de tasas universitarias que ha situado a los estudiantes gallegos entre los que menos pagan por estudiar. Han sido años difíciles para los gestores universitarios.
No obstante y esta es la otra parte de la historia, los recortes en Galicia han sido significativamente menores que en otros sitios. El mapa adjunto muestra el volumen de financiación por alumno en el curso 2013-2014 procedente de transferencias corrientes y de capital; esto es, los recursos públicos recibidos. Galicia figura entre las mejor financiadas. Cierto que en los últimos años ha caído el número de alumnos más que en otras comunidades, lo que reduce el denominador y eleva el valor de la ratio; al tiempo que los costes fijos y el mapa de titulaciones son más difíciles de modificar en el corto plazo, lo que genera la ilusión de una buena salud financiera en términos comparados. Pero la realidad es que las condiciones en las que los universitarios gallegos hemos podido desarrollar nuestro trabajo en los últimos años son claramente mejores o "menos malas" que, por ejemplo, las de los colegas madrileños, manchegos, o extremeños. Reconocerlo es lo justo.
*Director de GEN (Universidade de Vigo)
@SantiagoLagoP
