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De acuerdo con el Gobierno de extrema derecha de Polonia sustentado por el PiS la culpa de los males que padecemos la tienen los vegetarianos y los ciclistas. Se deduce que Belcebú es vegano y utiliza para desplazarse una bicicleta de montaña. Los aficionados a la antropología que es la rama de la ciencia más cercana a la demoniología se habrán interesado de inmediato por el nexo que lleva desde la ingesta de verduras y el ejercicio sobre dos ruedas a la maldad pero, ¡ay!, no es tan obvio como cabría deducir de la rotundidad de las afirmaciones del PiS. El ministro de Asuntos Exteriores del gabinete polaco, Witold Waszczykowski, ha anunciado un programa dirigido a exterminar a vegetarianos y ciclistas dentro de Europa pero sin aclarar el porqué del diagnóstico. La única clave aparece cuando añade a la nómina de los satánicos culpables de tanto mal la mezcla de razas y culturas y las energías limpias. La cosa se nos pone difícil porque para localizar a los seres del averno habrá que ir buscando entre los ciclistas vegetarianos con pinta de mestizos, bilingües al menos, que se abastecen de electricidad mediante placas solares o molinos de viento.

Cuánta maldad, qué eficacia tendrán los demonios capaces de llevarnos a las crisis económicas y políticas, al drama de los inmigrantes y a las guerras de religión si, reducidos a cuatro gatos, causan tantas perversiones. Me extraña que Waszczykowski o su jefe Kacynski no hayan apuntado como instigadores de los programas diabólicos a los judíos y a los masones. Una evidencia tan firme la apuntó ya Franco, pero no logró llevar adelante su cruzada tal vez porque fue incapaz de establecer la cadena que existe entre la causa ciclista y vegetariana y el efecto satánico. Hay que perdonarle porque en los años de la posguerra española nadie hablaba de las energías limpias. Ahora que caigo, con automóviles como los de entonces, circulando a fuerza de gasógenos que quemaban desde leña a zapatillas de esparto, la salvación del alma de nuestros abuelos quedaba garantizada. Arias-Salgado, ministro de Información y Turismo cuyo objetivo esencial de ambas competencias era la de lograr que los españoles esquivasen la condena eterna en el infierno, estará feliz en su tumba. Pero tanta bondad y tan cuidadoso programa político se ve abocado al fracaso salvo que el PiS logre su objetivo. Usted, como ciudadano fiel, tiene su propia responsabilidad. Ojo con los ciclistas que rechacen un bocadillo de lomo.

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