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Ánxel Vence.

Crónicas galantes

Ánxel Vence

Para bromas está Rajoy

Por si no tuviese bastante con la broma -es decir: el gobierno- que se disponen a gastarle Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, el aún presidente Mariano Rajoy ha sido embromado también por una emisora de radio. Hay años en los que no está uno para nada.

La chanza fue de formato más bien viejuno, todo hay que decirlo. Un locutor llamó al palacio de La Moncloa haciéndose pasar por el nuevo jefe de la Generalitat, Carles Puigdemont: y, contra toda lógica, consiguió que el presidente del Gobierno se pusiera al aparato.

Algo debieran de haberse maliciado quizá los telefonistas y los servicios de vigilancia que se encargan de filtrar las llamadas al primer ministro. Ahora que ya solo se habla por el móvil, resulta de lo más sospechoso un telefonazo al fijo, previsiblemente realizado por centralita. Se conoce que el inquilino en funciones de La Moncloa está más abierto al diálogo de lo que van diciendo por ahí sus detractores.

En realidad, no es la primera ni aun la octava vez que ocurre un suceso así. Años atrás, otro locutor español logró mantener una animada charla con el presidente de Bolivia, Evo Morales, sin más que suplantar la voz y la personalidad del entonces jefe de Gobierno José Luis (R.) Zapatero. El coloquio terminó sin mayores daños.

Algo más bronca fue ya la conversación telefónica mantenida por Fidel Castro con un radiofonista de Miami que lo convenció de que estaba hablando con su cuate venezolano Hugo Chávez. Cuando el periodista le reveló por fin la farsa, el Comandante puso a su interlocutor como no digan dueñas. De su boca salieron epítetos tan singulares como "mariconsón", "remamahuevos" y "comemierda" que acaso disuadiesen de seguir gastando según qué bromas al autor del enredo.

Mucho más comedido, como corresponde a un señor de Pontevedra de toda la vida, Rajoy se limitó a hacer notar al bromista que le tocó en (mala) suerte su falta de seriedad. "Haga lo que quiera, pero esto no es serio", dijo liberalmente el jefe del Gobierno al irreverente guasón antes de despedirse con un educado "muchas gracias". Aún hay clases y clase, por lo que se ve.

Nada tuvo de particular la charla en sí, salvo por el hecho de que Rajoy mostrara su disposición a mantener un encuentro con el jefe de la Generalitat tan pronto las consultas con el rey le dejasen hueco en una agenda que dijo tener "muy libre".

Esa agenda vacía parece dar pistas sobre la soledad parlamentaria en la que se encuentra el presidente, pero quizá no sea el dato de mayor relevancia. Para una emisora catalana ha de resultar más llamativa, sin duda, la constatación de que Rajoy no pone obstáculos a hablar con un jefe de gobierno autónomo que declara su propósito de independizar de España al territorio bajo su gestión. No es -o era- exactamente esa la idea que los independentistas difunden de un presidente tan cerrado al diálogo que no da siquiera los buenos días.

Dice un tanto ingenuamente Rajoy que estas cosas no son serias: y puede que no le falte razón. El periodismo lleva camino de convertirse en una broma no siempre graciosa, incluso cuando se practica pretendidamente en serio. No es el caso de estos radiofonistas de Barcelona, desconocedores, al parecer, de que el patrimonio de las bromas al teléfono se lo llevó consigo Gila a la tumba. Y ya se sabe que los imitadores tienden a copiar solo los defectos del original.

stylename="070_TXT_inf_01">anxelvence@gmail.com

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